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Conocer un país y aprender su lengua a cambio de trabajar cuidando los niños de una familia y recibir una pequeña cantidad económica por ello. Éste es el intercambio que realizan las au pair, un fenómeno que lleva años consolidándose en España, que se ha convertido en los últimos años en un gran receptor de au pairs, palabra originaria del francés que hace alusión a la persona que cuida a otra, a la niñera. Quizá no esté a la altura de Francia o Inglaterra, pero el volumen es bastante notable. Mallorca no iba a ser la excepción. En verano decenas de au pairs llegan a la Isla para cuidar a niños de familias de aquí. ABB Aupair gestiona el intercambio de más de 200 jóvenes cada verano. Algunas llegan para pasar un año, otras, tan sólo una temporada. Las checas ocupan el primer puesto, seguidas de las francesas y las alemanas.

El proceso de selección de una au pair tiene dos partes. Las candidatas (en España son sólo europeas), acuden a una agencia en su ciudad en la que rellenan una extensa solicitud y escriben una carta de motivación, un escrito dirigido a una familia explicándoles los motivos por los que han decidido ser au pairs. Además, deberán presentar un certificado médico y un certificado de penales. La segunda parte del proceso es la familia que desea este servicio, ya que debe acudir a una agencia en la que también deberá rellenar un impreso bastante completo en el que detallará el horario de trabajo de los cónyuges y el horario de escuela de los niños. Además, en una carta deberán explicar la situación familiar que tienen. Una vez realizados estos dos pasos, las agencias se ponen manos a la obra. Se seleccionan una o dos solicitudes de au pairs y se le envían a la familia. Si ésta acepta alguna, se puede poner en contacto telefónico con la niñera para conocerla mejor. Si desea elegirla como niñera, se lo comunica a la agencia y ésta lo gestiona todo. Los gastos de viaje y el seguro médico corren a cargo de la niñera. La familia tiene la obligación de recogerla en el aeropuerto y llevarla cuando se vaya, además de ofrecerle comida y alojamiento y una pensión de 220 euros mensuales como mínimo.

Stepanka Marunova nació hace 22 años en Karlovy Vary (Chequia). El año pasado decidió aprender castellano, lo que la trajo hasta Palma. «Estudié un año español y me gustaba mucho. Creo que ser au pair es una gran oportunidad para aprender idiomas, conocer mucha gente y diferentes culturas». Llegó en septiembre de 2005 a una casa de Palmanova. Allí la acogieron con los brazos abiertos. Ya habían tenido varias au pairs. «Estoy muy contenta, aún no sé cuándo me voy a ir. No descarto volver a hacer esto», recalca. Su día a día lo pasa junto a Engracia, Carmen y Javier, los tres hijos de Engracia, que está muy contenta con Stepanka. «Es muy responsable, lo de organizarse lo lleva de maravilla. No tengo la familia aquí y la verdad es que me ayuda mucho», apunta. El caso de Jessica Hervouet, una joven francesa de 21 años natural de Rennes, es parecido. «Quería irme de Francia para practicar castellano, ya que estudié tres años Filología Hispánica en la Universidad, y lo intenté a través de las becas Erasmus, pero allí está muy difícil y por eso soy au pair». Jessica llegó también en septiembre pasado y ya sabe que el 30 de junio volverá a casa. Atrás queda una gran experiencia. «Cuando llegué aquí pensaba que la gente hablaba el catalán, un idioma que había estudiado, pero me llevé una sopresa al oír el mallorquín. Al principio el contacto con los niños fue difícil, pero poco a poco, mejoró mucho», señala. Su experiencia ha sido muy positiva. «Estoy muy contenta. Vine a un país extranjero para aprender la lengua y descubrir cosas sola y lo he conseguido. Si tengo la oportunidad de repertir la experiencia, lo haré», concluye.

Javier J. Díaz