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La segunda y última jornada del debate sobre el estado de la ciudad se desarrolló, en gran parte, en un clima de insultos, descalificaciones personales, alusiones despectivas al físico de las personas y ridiculizaciones de la mayoría de propuestas presentadas, en la que, seguramente, fue la sesión más tensa de la actual legislatura municipal y una de las más tristes de estos últimos años, sólo reconducida por la intervención final de la alcaldesa de Palma, la popular Catalina Cirer, quien tras pedir disculpas por el desarrollo del pleno, apeló a la responsabilidad de todos los concejales para que situaciones como las vividas ayer «no se vuelvan a repetir».

El pleno empezó con la intervención de todos los portavoces municipales, Antoni Roig por el PSOE, Eberhard Grosske por EU-EV, Pere Muñoz por el PSM y Rafel Durán por el PP, que defendieron las respectivas propuestas de resolución presentadas.

A continuación, y para explicar el sentido del voto del equipo de gobierno sobre las propuestas presentadas por la oposición, intervinieron la regidora de Serveis Socials, Margalida Ferrando; el edil de Treball, Sebastià Sansó, y el regidor de Trànsit, Carlos Veramendi.

En un tono en todo momento respetuoso y correcto, Ferrando anunció que el PP votaría a favor de 6 de las 20 propuestas presentadas por el PSOE, en 3 casos si se introducían ligeras modificaciones, y añadió que votaría en contra en las 14 restantes, porque en algunos casos eran compromisos «que el equipo de gobierno ha asumido y que aún no ha incumplido», y en otros por no estar de acuerdo con ellas. Durante su intervención, criticó también el hecho de que el PSOE hubiera presentado 6 proposiciones relativas a la creación de distintos «planes», circunstancia que atribuyó, con ironía, a sus «orígenes marxistas-estalinistas».