TW
0

La decisión de Jaume Matas de dejar este año a los diputados sin vacaciones parlamentarias provocó ayer la primera gran 'bronca' del verano. La oposición decidió ausentarse del salón de plenos después de comprobar que ni el propio Matas, ni Rosa Estaràs, ni Joan Flaquer habían acudido a la sede del Parlament, a pesar de que había sido el Govern quien pidió la sesión extraordinaria.

Está muy bien que Matas quiera sacar adelante sus proyectos a costa de exigir más trabajo a los diputados, ya sean del PP o de otros partidos. Pero el president no puede olvidar que, además de aprobar leyes, el Parlament es la institución encargada de controlar al Govern, y ése es un papel que le toca jugar a la oposición. Desde un punto de vista de eficacia administrativa, se pueden entender las reticencias del Govern a que la oposición presente más iniciativas de control al Ejecutivo, pero no se puede obviar que las ya presentadas y registradas merecen ser tratadas en la Cámara en las mismas condiciones que los proyectos de ley del Ejecutivo balear.

El enfado mostrado ayer por los diputados de la oposición no fue, lógicamente, por haberse quedado sin vacaciones, sino porque tienen la impresión de que el Govern ha tratado de sacar adelante lo que a él le interesa sin tener en cuenta el necesario contrapeso del bando opositor. La sesión de ayer evidenció además la debilidad que supone a veces tener mayoría absoluta, una paradoja que Matas deberá tener muy presente durante todas las sesiones plenarias veraniegas si no quiere pasar los apuros de ayer. Matas ha dejado a la oposición y a su propio grupo parlamentario sin vacaciones, pero ahora deberá tener mucho cuidado para que todos sus diputados acudan al Parlament todas las semanas.