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La escuela de danza Antonio Campins celebró ayer su final de curso en la Sala Mozart del Auditòrium de Palma.

El festival, en el que participaron unos 60 alumnos desde los más pequeños de cuatro años hasta los más adultos, no fue sólo una representación para los padres y amigos, sino una demostración del trabajo profesional que vienen realizando en esta escuela, que pretende formarles como profesionales de la danza. Y es que entre los participantes hay quien quiere hacer de la danza su modo de vida.

El festival comenzó con una de las obras maestras del ballet romántico, «El lago de los cisnes», en la que participaron todos los miembros de la escuela que hacen danza clásica. La gran actuación del grupo, acompañada de la maravillosa música de Tchaikovski, provocó la ovación de los presentes en el Auditòrium. La segunda parte de este fin de curso estuvo dedicada a la danza árabe y a la danza española. Alegrías, «Sal Marina», clásico español, castañuelas y bailes o los tangos fueron algunas de las coreografías, realizadas por el director de la escuela, Antonio Campins, que se pudieron ver ayer en el Auditòrium durante más de dos horas y media.

El final del festival estuvo dedicado a la Fantasía Española, un acto en el que los alumnos interpretaron cinco bailes que son: «El Fandango de doña Francisquita», una danza andaluza, «Orgía», «La vida breve» y para finalizar «La Torre del Oro».

Las actuaciones fueron todo un éxito y así lo demostró el enorme aplauso que el público dedicó a los artistas. El director aseguró que el objetivo de este festival es además de desarrollar la faceta artística de los alumnos, subirles a un escenario porque «es la mejor forma de demostrar y de que terminen de formarse como verdaderos profesionales».

Ana Largo