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BLANCOS Y RADIANTES. Puede que haya animales tan bellos y nobles como los caballos, pero no más. Por ello siempre resulta reconfortante la buena imagen que ofrece la Policía Municipal Montada de Palma, porque, sin excepción, los caballos de su cuadra son magníficos, a la par que bien adiestrados. En frecuente la participación de esa unidad policial en eventos varios, como procesiones, desfiles o fiestas. Pero se equivoca quien piensa que están de puro adorno, porque también cumplen la misión de vigilancia en algunas zonas de afluencia turística, y en el bosque de Bellver, donde la actuación de los pura sangre es más efectiva. En todo caso, la imagen es perfecta y hasta podría ser mucho más potenciada, aunque sea como atractivo turístico, entre otras razones, porque además de lo de la imagen de «postal», también lo es de presencia policial, y a todo el mundo les gusta tener esa sensación de seguridad que en demasiadas ocasiones nos falta.

LA ANTENA. En estos tiempos en los que se publican noticias de protestas vecinales contra la instalación de antenas de telefonía móvil, que surgen de los terrados con gran aparato de cajas y parabólicas, llama la atención esa antena grácil y frágil que está sobre un edificio de Avenida Argentina, y por la que, al parecer, nadie protesta ni tiene por qué protestar. Es alta y delgada (como la luná, como la luná), tanto que se aguanta firme gracias a un despliegue de tensores y tirantes, que en su conjunto forman como una especie de tela de araña, o una escultura minimalista.

LAS BALDOSAS EFÍMERAS DE LA SEU. Durante meses, los aledaños de la Catedral de Palma estuvieron en plan de «zafarrancho» de reformas, por mor del llamado e inolvidable, pero caso olvidado Pla Mirall, que en su momento puso patas arriba plazas y calles de toda la comunidad autónoma, ocupó a miles de albañiles, cualificados o no, e hizo elevar presupuestos municipales por no conseguir la adjudicación de obras a la baja, porque todas las empresas tenían trabajo de más. Tantas prisas electorales han tenido sus consecuencias posteriores, como es el caso del embaldosado aledaño a la catedral de Palma, que ya está hecho unos zorros, con la explanada parcheada, como si fuera de segunda mano. Y eso que se trata de uno de los principales enclaves de concurrencia turística del Mediterráneo, un lugar que habría que mantener en perfecto y permanente estado de revista en lugar de ser una chapuza descomunal, como lo es ahora. La pregunta es ¿Por qué se utilizó material tan poco adecuado?