El matrimonio con su hija, al poco de llegar a Son Sant Joan. Foto: JULIÁN AGUIRRE

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Alberto Cortina, su esposa, Elena Cué, y la hija de ambos, nacida en Madrid el pasado mes de marzo, ya se encuentran en Mallorca en una residencia con historia y carácter. Vivienda sólida, de piedra, con patio y grandes y numerosas estancias, entre las que destaca la pequeña pero recoleta capilla donde, si no lo han hecho aún, podrían bautizar a la niña. Junto a la piscina hay espacio suficiente para que un helicóptero se posara en él. Seguramente su barco -que creo que han cambiado- puede estar atracado en cualquier puerto deportivo de la Isla, a ser posible discreto, pues discreto es el matrimonio, especialmente ella, abogado y campeona de España de tiro al pichón, además de guapa y elegante que, según cuentan sus allegados, comparte con su marido tres aficiones: arte, navegación y caza.

Alberto Cortina -primo de Alberto Alcocer, ambos miembros de la denominada beautiful people, grupo integrado por ricos y nuevos ricos que alcanzó su apogeo en la década de los 80, y ex maridos de las hermanas Koplowitz-, se casó con Elena, 26 años menor que él, el 10 de junio del 2000 tras haberse divorciado de Marta Chavarri, que ocupó su vida sentimental hasta entonces propiedad de Alicia Koplowitz, tras haber dejado prácticamente plantado al Marqués de Cubas que, ¡ya ven cómo son las cosas!, ha terminado al lado de Esther Koplowitz, que más o menos por las mismas fechas que su hermana, Alicia -ahora pareja del Duque de Huéscar- se separó de Alberto Alcocer. Y es que en la beautifu sucede lo mismo que en «El show de Truman» que, al estar todos metidos en esa especia de burbuja impermeable, al final unos se casan con otros y si se divorcian se vuelven a casar entre si. Del matrimonio con Alicia Koplowitz aporta tres hijos, Alberto, Pedro y Pelayo. Del de Marta, ninguno.

Cortina no es la primera vez que disfruta de unas vacaciones en la Isla. Mientras fue marido de Alicia, solía venir con los niños, hospedándose en el Hotel Golf de Santa Ponça. Recuerdo que por entonces recorrían las calas de la zona a bordo de una lancha que se llamaba Alicia. Como no podía ser de otro modo.

Pedro Prieto