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Pedro Martínez de la Rosa, piloto barcelonés de Fórmula 1, subía al podio por primera vez en su carrera profesional el pasado domingo. La escudería McLaren Mercedes le ha dado la alternativa a Pedro, en detrimento del colombiano Juan Pablo Montoya, y hasta la fecha el español no ha defraudado.
El segundo puesto que acaba de obtener en el Gran Premio de Hungría no solo habrá servido para que Ron Dennis, jefe del equipo de Pedro, ratifique su confianza en él de aquí al final de temporada. Este magnífico resultado ha valido igualmente para que el piloto se hiciera acreedor de un recibimiento multitudinario en el aeropuerto del Prat.

En la entrevista que nos concedió en el Club Náutico de Portocolom, Pedro confesó su asombro por la expectación levantada. «Antes de esto, al margen de familiares y amigos, nunca ningún aficionado había venido a esperarme al aeropuerto», relataba Pedro, «Y bueno, al fin y al cabo se trata solamente de una segunda posición».
Efectivamente, puede que se trate solo de una segunda plaza.

Pero el camino recorrido hasta llegar a ella ha sido largo y costoso. Pedro heredó de su padre la pasión por el mundo del motor y la gasolina. Paradójicamente, De la Rosa senior no deseaba que su hijo se dedicase a la competición. Sin embargo, la vocación de Pedro salió adelante, y tras un paso por las motos se inició en los karts. «Recalé en ekarting a los 16 años, una edad ligeramente tardía». Más tarde llegó su etapa japonesa, pues como Pedro nos comentaba, «en aquella época Japón era el referente de la cantera automovilística».

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Fran García