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Hoy hace nueve años que murió Lady Di. ¡Cómo pasa el tiempo! Pues sí, nueve años. Murió de forma trágica, como nadie se hubiera podido imaginar, huyendo de los periodistas a quienes en muchas ocasiones utilizó. Para nosotros, Diana fue un personaje que nos dio algo de trabajo y nos alegró algunos veranos. Podría contar muchas anécdotas que dejó a su paso por Mallorca. Desde los baños que con su marido, el príncipe Charles, y sus hijos, se daba en Cabrera, a donde iba con la familia real española, al inicio del declive de su matrimonio, con algún que otro enfado incluido.

Pero de todo aquello, me quedo con una en la que ella nada tuvo que ver de forma directa. Creo que fue en el segundo año que vinieron de vacaciones. Primero lo hizo él, brazo en cabestrillo, y dos días despues aterrizó ella con los niños. El príncipe Carlos, a poco de poner los pies en la Isla, se dirigió a la casa de un noble mallorquín, en Puigpunyent. Esto sólo lo sabíamos cuatro periodistas: Sebastián Terrasa, de Tiempo, Manuel Hernández de León, de Efe y Joan Torres y yo, de Ultima Hora. Nos amatojamos dos o tres horas antes de que llegara el príncipe de Gales y esperamos. Sobre las siete de la tarde, apareció en la terraza de la casa, frente a la cual, a más de trescientos metros, ya digo, amatojados, estábamos los cuatro. Carlos lucía el brazo en cabestrillo. Las máquinas F3, con el silenciador puesto, no pararon durante varios minutos. Nos dio la sensación de que en la terraza, a tenor de como eran los zapatos que sobresalían por detrás de un seto, había una mujer con la que habló largo rato el príncipe. No logramos ver a la dama, y como se hizo de noche, nos marchamos.

Al día siguiente, al publicar las fotos, preguntándonos quién era ella, logranmos que hasta aquel lugar se acercaran dos o tres fotógrafos de agencia. Tras esperar un rato, apareció el príncipe, que se sentó en el balancín a leer. Media hora después llegó la dama, se acercó a él, que se puso en pie, y hablaron durante unos segundos, terminando abrazados. ¡Anda la leche! ¿Es un ligue del príncipe...? A pesar de los prismáticos, no lográbamos ver quién era la dama. Pero nos daba lo mismo. Había unas imágenes y en ellas se distinguía perfectamente a él. Al día siguiente, tras publicar las fotos deligue, recibimos la noticia de que ella era una aristócrata que estaba contando a Charles que su hija estaba gravemente enferma. Él, tratando de animarla, la abrazó. Tierra, tráganos, me dije.

Pedro Prieto