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La presidenta del Consell, Maria Antònia Munar, con motivo de los actos de la Diada de Mallorca y en el acto de izado de la bandera de la Isla que tuvo lugar ayer, hizo un llamamiento a la integración para que todos, incluso los inmigrantes, se impliquen a fin de mantener «el espíritu de mallorquinidad» y los «símbolos de identidad» insulares. Munar aseguraba también que el ensalzamiento de los signos mallorquines no van en contra de nadie y no pretenden provocar enfrentamientos. Y esto debe ser así, el reconocimiento de nuestras particularidades, de nuestra diversidad, no es ni debe ser motivo de confrontación.

Si bien es cierto que la Diada de Mallorca se ha celebrado a nivel institucional a lo largo de los últimos diez años, también es verdad que muchos ciudadanos de la Isla se han mantenido al margen por razones evidentes. La principal de ellas es que se trata de un día laborable y, por tanto, poco adecuado para celebraciones populares.

Ahora bien, este año, la distribución de 100.000 banderas a los ciudadanos de la Isla ha contribuido a que muchos de ellos las cuelguen en sus balcones dando por primera vez una sensación diferente en las calles de Palma y muchos pueblos de la Part Forana en una Diada en la que conmemoramos el juramento por parte de Jaume II de la Carta de Franqueses i Privilegis al Regne de Mallorca.

La presidenta Maria Antònia Munar, en su discurso, nos ha animado a «seguir haciendo país», y eso implica profundizar en la defensa y en la potenciación de nuestros signos culturales diferenciales, sin que ello tenga que suponer ninguna ruptura y sin que nadie tenga que rasgarse las vestiduras por ello. Es simplemente valorar lo que nos conforma como pueblo, lo que nos ha hecho diferentes a lo largo de siglos de historia. Nada más y nada menos.