Menorca es un paraíso en el que podemos plantarnos en escasos veinte minutos en avión o tres horas en el rápido que zarpa de Alcúdia. Ya sea relax, cultura o marcha, el viajero no deja de sorprenderse ante la riqueza que despliega kilómetro a kilómetro, haciendo que, a pesar del tamaño de la isla, un fin de semana sea más bien escaso para descubrir todos sus encantos. La oferta hotelera es indudablemente extensa, habiendo desde modestos hoteles modernizados como el Carlos III en es Castell, que ofrece unas envidiables vistas sobre la entrada del puerto de Maó hasta los más íntimos y con carácter como El Hotel del Almirante, emplazado en un edificio del más puro estilo inglés y que puede convertir nuestra estancia en un viaje al pasado.
Viaje a un paraíso rural
La isla de Menorca despliega kilómetro a kilómetro su gran belleza y riqueza
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