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Aunque, a la larga, está condenada a convertirse en simple apeadero, a la de Jacint Verdaguer, habrá que tratarla durante un año largo como «la estación central» del ferrocarril y también (pero eso ocurrirá poco antes de las elecciones de 2007) como la estación del metro.

Queda un año para familiarizarse con palabras, expresiones y estampas hasta ahora inéditas en Mallorca y que, en los próximos días, semanas y meses, irán imponiéndose poco a poco. Por ejemplo «boca del metro». En poco tiempo la gente se verá o «quedará» «en la boca del metro» como ya sucede en el resto de ciudades con suburbano.

Los periódicos ya llevan hoy una estampa gráfica que nunca se había captado en las Islas: gente subiendo y bajando por las escaleras de una estación subterránea como la que, ayer, comenzó a funcionar en la calle dedicada al poeta Jacint Verdaguer.

Mas novedades y situaciones inéditas: desde primera hora de la mañana, voceadores o repartidores de los diarios gratuitos, entre ellos el ADN, junto a la boca de la estación. Los «gratuitos», en las grandes ciudades, nacieron para eso: para ser repartidos entre quienes utilizan el tren y el metro.

Y más novedades, del primer día, que se van a incorporar al paisaje urbano: personas, principalmente del vecindario, que van a «pasar el rato» a la estación y que se convierten en informadores de primera mano. Ayer, día del estreno, un hombre, aparentemente un jubilado, explicaba que cuatro personas habían tropezado en un desnivel y que eso había que arreglarlo. Habrá que arreglarlo. Dos policías municipales le daban la razón. «¿Y usted quién es?» le pregunta un señor que llevaba en su camisa un distintivo de la empresa del tren. «Pues un vecino», le contestaba.