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La costumbre de todo turista es llevarse un recuerdo del lugar visitado, souvenirs de todo tipo que en la mayoría de las ocasiones pasan a ocupar parte del escenario de nuestras casas. En la mayoría de los casos los recuerdos se repiten: ceniceros con el nombre de la ciudad, camisetas con un logo típico, vasos y jarrones con la estampa del monumento más característico, las opciones son múltiples. De todos los turistas que visitan la Isla, los alemanes son los más clásicos y los más recatados a la hora de comprar sus regalos. Optan por comprar cosas útiles y, lejos del típico recuerdo, entre sus artículos favoritos se encuentran los bolsos y las carteras de piel carentes del logotipo «made in Mallorca».

Los italianos son totalmente diferentes, consumistas por naturaleza, se llevan de recuerdo todo lo que encuentran a su paso. Eso sí, artículos de bajo coste que en raras ocasiones superan los 10 euros. Las camisetas con el toro de «Osborne» son una de las alternativas que más gusta a los vecinos del Lacio junto con las gafas de sol y los artículos de perfumería. Este año el recuerdo que más se han llevado en sus maletas los italianos ha sido el «tirachinas», que lejos de pasar de moda ha vuelto a ser objeto de consumo.

El que los ingleses sean grandes amantes de la música y de la fiesta española no sorprende a nadie; por eso, no es de extrañar que cada año coleccionen todos los hits del verano mallorquín. Qué mejor recuerdo que poder llevarse todas aquellas canciones que han amenizado su estancia. Del mismo modo, la moda hawaiana ha comenzado a formar parte de la lista de típicos recuerdos aunque poco tenga que ver con la típica ensaimada mallorquina. Los coloridos collares son la opción escogida entre holandeses, alemanes, franceses y suecos. Y aunque parezca mentira, los españoles son los que más consumen souvenirs, porque ya se sabe que si se le lleva un regalo a uno hay que llevárselo también a otro.

Jéssica Manzano y Lidia Sierra