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La terrble noticia publicada ayer por este periódico en la que se informaba de que un joven del municipio de Alcúdia tiene que ir a clase acompañado por una policía debe motivar a la reflexión de las instituciones. Es el extremo más radical de un grave problema social que las autoridades educativas no deben minimizar. El avance del 'bullying' o acoso escolar denota que algo está fallando en el sistema escolar y en la manera en que los jóvenes se relacionan entre sí y con la propia sociedad. Según la información facilitada por los expertos, la situación en Balears no es más grave que en otras comunidades autónomas, a pesar de que la masiva presencia de inmigrantes podría propiciar las situaciones de acoso favorecidas por la oposición a la diferencia.

Sin crear alarmismo entre los padres, lo cierto es que la Conselleria d'Educació debería tomar cartas en el asunto, con sanciones ejemplares que demuestren que existe una conciencia cierta. Pero sólo con medidas coercitivas no se eliminará el problema. El Govern debería adoptar medidas preventivas y nada mejor para ello que evitar de razón cualquier conato de violencia escolar.

Y es aquí donde entra el papel de los profesores, claves a la hora de detectar posibles indicios y, sobre todo, de evitar que existan oportunidades para que se dé el acoso escolar. No estaría de más que la Conselleria enseñe a quienes enseñan, organice cursos específicos para que los maestros sepan reaccionar cuando se presentan este tipo de situaciones. Desde la prevención y con la colaboración de los profesores se puede contener la violencia en las Islas, pero también evitar que el niño violento se convierta en un adulto maltratador. Ha llegado el momento de reaccionar y atajar la violencia desde la raíz.