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Los frailes capuchinos celebran el centenario de su regreso a Mallorca tras la desamortización de Mendizábal, episodio histórico que interrumpió más de dos siglos de relación entre la comunidad y la sociedad mallorquina. Un centenario que está marcado por la «latente posibilidad de abandonar definitivamente la Isla», afirmó el Padre Guardián (superior) de la orden en Palma, Lluís Arrom. Tan sólo tres frailes forman hoy la orden de los capuchinos: «Una situación que no se podrá mantener», constató Arrom.

«Antes de una década tomaremos la decisión de trasladarnos a Catalunya, provincia eclesiástica de la que dependemos o, por el contrario, dar cabida a capuchinos italianos donde la orden goza de bastante buena salud». La hipótesis de nutrir la orden con frailes italianos no es la única ya que algunos frailes polacos también se han mostrado dispuestos a trasladarse a Mallorca «sin embargo, la Archidiócesis de Catalunya prefiere que sean de origen italiano, se adaptarían mejor y ellos ya se han ofrecido».

En caso contrario, si la decisión es abandonar la Isla, la Diócesis de Mallorca pasaría a hacerse cargo de la iglesia de los Caputxins de Palma. Templo construido a finales del siglo XVIII, cuando Carlos III mandó que la sede de la orden tuviera su sede dentro de las murallas de Palma. «El arquitecto de la iglesia neoclásica, única en Palma, fue el franciscano mallorquín Miquel de Petra, sobrino de Juníper Serra», tal y como relata el Padre Guardián.

La de los Caputxins es una orden franciscana de frailes menores que se reformó en Italia durante el siglo XVI para volver a las enseñanzas de San Francisco de Asís: «De la misma forma que Santa Teresa reformó el Carmelo haciendo votos de pobreza y oración». La orden depende de Roma donde se encuentra el ministro general de la misma y, en España, de la provincia de Catalunya. Además del mallorquín Lluís Arrom, conforman la comunidad los catalanes Josep Turull y Juli Massaguer.