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En Cuba hay oposición. Sí, gente que está en contra del poder establecido por la Revolución. Intelectuales y no intelectuales, residentes y emigrados de Miami que no están de acuerdo con el régimen castrista. Y no sólo eso, sino que encima van y lo cuentan. Pero todo dentro de un orden.

Cuentan hasta donde seguramente les permiten que cuenten, y se lo cuentan a quienes tienen permiso para transcribirlo, en este caso periodistas que estén en posesión de lo que se denomina D6, un permiso que facilita el Gobierno a la prensa que lo solicite siempre y cuando considere -el Gobierno- que se lo tiene que conceder. Es decir, que no se le ocurra a nadie, periodista o no, entrevistar a un disidente o a cualquier miembro de la oposición, que seguro que lo pillan y le echan del país. O si le permiten estar en él, seguro que notará que le siguen sus pasos en todo momento.

Esta advertencia nos la dieron en la embajada española de La Habana cuando acudimos a solicitar direcciones y teléfonos de miembros de la oposición cubana. «Si no tienen ustedes el D6, no podemos facilitarles esos datos- nos dijo el agregado de prensa, a la vez que nos recomendó que si teníamos intención de actuar por nuestra cuenta, desistiéramos.

Pedro Prieto (La Habana)