Pese a que convive con ellos, no dejan de ser fieras que pueden reaccionar como tales en cualquier momento. Foto: JAUME MOREY

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Quienes hayan estado en el Circo Williams, el número seguro que les ha llamado la atención. Y a los que vayan a verlo en días sucesivos. Me refiero al número que protagoniza el domador que se encierra en la jaula con un tigre, un león y un puma al mismo tiempo, algo que es muy poco frecuente dada la peligrosidad que entrañan estos animales -especialmente el leopardo-, y más si están juntos.

Es, por tanto, un domador casi singular, pues no son muchos que se encierran con fieras de distinta especie en una jaula sin protección de ningún tipo. De ahí que tanto mayores como gente menuda disfruten con el espectáculo. De que la función no se altere y en ella todo discurra de acuerdo a lo previsto, se encarga el domador Karl Nauman, mitad inglés, mitad alemán, nacido en el circo en el que debutó a los tres años, en Brasil, -«mi padre me dejó sólo en la jaula con las fieras», recuerda- que habla perfectamente el castellano, y que suele dormir con sus fieras, por supuesto, no compartiendo el mismo lecho, pero sí bajo el mismo techo de un gran trailer, separado de ellas por un murete a través del cual siente el menor de sus movimientos.

El espectáculo, como les digo, no pasa desapercibido para nadie. Son las fieras contra el hombre, desarmado completamente, pero que las controla porque ha basado el entrenamiento diario, no en la doma, a veces violenta, sino en la amistad. Tanto es así que sus animales, entre ellos la pequeña leona Sindy, nacida en el circo no hace mucho, le obedecen, a veces sin rechistar, pues a su lado se sienten más confortables que en el mejor de los zoos del mundo.

Pedro Prieto