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J.J.SERRA
La plaga de la procesionaria del pino ha vuelto a repuntar en Mallorca, afectando en sus niveles más severos a casi 21.000 hectáreas, un 28 por ciento de los pinares existentes en la Isla.

La expansión de la procesionaria es espectacular en relación al año pasado, cuando la presencia de la plaga, en sus niveles más intensos, afectó a tan sólo 1.537 hectáreas, un 2 por ciento de la masa boscosa de pinar.

A pesar de esta importante recuperación de la oruga, Mallorca se encuentra lejos de la incidencia en 2003, cuando los niveles más severos abarcaban 45.000 hectáreas, el 60 por ciento de los pinares de la Isla.

La directora general de Biodiversitat, Joana Xamena, explicó ayer que «la Conselleria de Medi Ambient invertirá en la campaña 2006-07 contra la procesionaria cerca de 700.000 euros, incluyendo la fumigación aérea con la bacteria Bacillus thuringiensis, la instalación de trampas, cajas nido de aves insectívoras y refugios para murciélagos -depredadores-, y la destrucción directa de bolsas de la oruga mendiante podas de ramas y el disparo de 120.000 cartuchos. También se pondrá en marcha una campaña de sensibilización. El tratamiento de fumigación aérea durará entre un mes y medio y dos meses, en cuanto las condiciones meteorológicas sean más favorables, pero la campaña dura todo el año».

Las crisálidas de procesionaria pueden permanecer enterradas hasta cuatro años. Las plagas presentan procesos cíclicos y su explosión demográfica depende de la evolución de parásitos y predadores. Los factores ambientales también influyen. Los años meteorológicamente favorables para la plaga pueden generar crecimientos explosivos de la población.

La situación en Pitiüses es completamente distinta, puesto que la presencia de la oruga es, desde hace años, muy escasa y poco concentrada.