TW
0

Nadie es capaz de imaginar cuántos pintores, escritores, escultores, artistas en general, han debatido, estudiado o reflexionado en el que ha sido uno de los bares más representativos de los intelectuales de Mallorca: el Moka Verd. Tras un siglo de servicio, este bar de la calle Sant Miquel de Palma ha cerrado sus puertas y, con ello, sus paredes prometen guardar ya para siempre miles de conversaciones, debates y tertulias artísticas, literarias o políticas, promovidas por el entonces dueño del Moka Verd, el pintor Francisco Verd -Fraver-, que desde 1912 hasta aproximadamente los años sesenta mantuvieron, entre otros, Joan Alomar Cifre, Gabriel Fuster Mayans -conocido popularmente por Gafim-, Antoni Serra, Miguel Àngel Colomar, Josep Mascaró Pasarius o los miembros del Grupo Tago. Un grupo de artistas formado por pintores, escultores y escritores que nació en 1959 y entre los que se encontraba el dueño del Moka Verd, Francisco Verd -Fraver-, tío de Catalina Verd Rosselló, última propietaria de este bar, que ya ha pasado a formar parte de la memoria de Ciutat. Durante más de diez años el grupo Tago se reunía todas las semanas en el Moka Verd donde sus miembros -los pintores Francisco Carreño, Juan Antonio Ferrero, Joan Garcés, Joan Gibert, Caty Juan, Teresa Heydel, Velez, Xam, Fraver, Merche Sofia Pintó, Miquel Rivera Bagur; los escultores Antoni Font, Miquel Morell y Joan Palanqués, y los escritores Rafael Jaume y Manuel Picó- charlaban, compartían impresiones y, aveces, cenaban sopa de pollo o unos simples huevos fritos con patatas porque su economía no daba para más, como recuerda Caty Juan.

El entonces propietario del Moka alternaba el trabajo en el bar con la pintura. Lugar de tertulias, pero también conocido por sus partidas de ajedrez y sobre todo, por sus llonguets calientes, su café, destacó por ser uno de los pocos establecimientos de esta calle comercial que se resistió a los cambios, a la modernización, y prefirió ser fiel a los deseos de sus tertulianos. «El Moka Verd es uno de los últimos bares de la Palma de los cafés, en el que tenían lugar tertulias con encanto, cuando el mundo existía» recuerda el escritor Guillem Frontera con cierta añoranza. Uno de los habituales de las tertulias y allonguet era Josep Mascaró Pasarius, uno de los clientes más fieles del Moka Verd, solía llegar a las cuatro de la mañana, y «con su oratoria, sus conocimientos y su encanto personal convertía sus conversarciones en el Moka Verd, al que probablemente llegara en su bicicleta, en lecciones de la vida a través de la cultura» asegura Guillem Frontera. Pocas cosas cambiaron durante la larga vida de este café de Palma.

«La gente, los habituales, nos pedían que no rompiéramos con esta estética y pese a que me hubiera gustado que alguien continuará con este bar familiar, no ha habido acuerdo finalmente con nadie y ahora pasará a ser una tienda de ropa», asegura Catalina Verd, quien además afirma que el cierre se debe a que «tras más de veinte años trabajando, mi marido y yo ya estábamos cansados». Fueron y hemos sido muchos los que nos hemos sentado en el Moka Verd, compartiendo café casi con las personas de la mesa de al lado, y muchos, como Joan Oliver 'Maneu', que recuerda sus años dorados cuando «en plena posguerra algunos represaliados políticos se reunían allí para charlar o cuando Francisco Verd se convirtió en uno de los primeros pintores de la Isla que se atrevían con la abstracción». Los tiempos han cambiado, las necesidades sociales y los lugares de reunión son muy diferentes, pero hay quien no duda al afirmar que no hay nada mejor que pueda sustituir a aquellos cafés en los que se respiraba un profundo interés por la cultura. Esos días quedan lejos, el bar Moka Verd pasa ya a formar parte de la amplia lista de los pequeños y emblamáticos cafés de Palma que han desaparecido y forman parte del recuerdo de muchos o llenan espacios en las enciclopedias por haber sido sobre todo un referente social y cultural de Mallorca.

Ana Largo