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David Bustamente estuvo ayer en Palma. El motivo del viaje, según nos contó, fue para hacer unas grabaciones «que en su momento veréis». A medio día estuvo almorzando en el Nimo's, frente al Ocimax. Pidió una paella, o mejor, dos, una ciega-mixta (pescado y carne) y otra negra, «pero, ¡ojo!, he de ir con cuidado con lo que como, pues tras la boda y el accidente que me dejó cojo durante unos días, no he podido hacer ejercicio y me he echado unos kilos de más en el cuerpo, kilos que pienso ir perdiendo poco a poco a base de ejercicio, jugando al fútbol que es lo que me gusta».

Durante el almuerzo le pusimos en contacto con una buena amiga suya, Concha Cuetos, que a esa misma hora almorzaba con Marily Coll, en La Cuchara. Él la admira como actriz y ella, según nos contó más tarde, por lo bueno que es cantando y por lo buena gente que es. Y sí; lo es. Bustamente, que es buen tipo. A pesar de estar lesionado siguió trabajando, lo cual hizo que la lesión no curara del todo. Nos explicó que él tiene un buen seguro que le cubre las ausencias de los escenarios, «pero no lo tiene mi gente, mis músicos. Por eso no suspendí ninguna gala, porque ellos se quedaban sin trabajo, y también porque me apetece estar con mi público». Bustamante confiesa que no le cuesta nada seguir siendo el de siempre, «porque siempre fui así; porque por el hecho de que haya tenido suerte en la vida y las cosas me vayan bien, no tengo por qué dejar de ser el que siempre fui».

De su mujer, a la que admira como actriz -'¡toma, y yo!, le digo-, está enamoradísimo, como no podía ser de otro modo. «¿Hijos...? Mira, como somos muy jóvenes los dos y ambos estamos atravesando un buena racha de trabajo vamos a esperar. Todo llegará a su tiempo».

Pedro Prieto