El hotel está rodeado por 750 naranjos, confiriéndole un carácter especial. Con ellos hacen mermelada y jabón artesanal.

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Se ha planteado que un naranjo se llame como su pareja o su hijo? Ésta es la simpática propuesta que desde hace 20 días ofrece el agroturismo de Sóller Ca's Sant, cuyos propietarios, Lourdes Arbona y Rafael Forteza, han querido que sus clientes puedan seguir disfrutando de una pequeña parcela de este idílico lugar en su propia casa, saboreando las naranjas que produce y de la deliciosa confitura elaborada según una receta familiar que se mantiene en el más absoluto de los secretos. Hace 8 años decidieron convertir esta finca, que ha pertenecido a la familia de Lourdes durante cuatro generaciones, en un acogedor y pintoresco agroturismo, por lo que decidieron conservar uno de sus rasgos más característicos, los campos de naranjos que rodean la casa. Dado que muchos de los frutales ya estaban envejecidos decidieron replantar la finca con una tipología resistente a las plagas actuales, lo cual resultó una idea exitosa, aunque sin visos de obtener beneficios comerciales de la venta de la producción.

Por 82 euros al año, el adoptante, además de 'bautizar su' árbol, disfrutará de 10 kilos de naranjas, 24 botes de confitura al año e importantes descuentos en los servicios del hotel. En este breve espacio de tiempo ya se han adoptado media docena de naranjos, principalmente por parte de fieles clientes que han querido establecer un vínculo con el frutal más cercano a la habitación que ocupan habitualmente y, es más, los hay que le han puesto el nombre de su propio hijo.

El visitante de Ca's Sant también podrá disfrutar de otros productos realizados con la producción del cítrico de esta finca como es el jabón natural, tanto líquido como en pastilla y la confitura de mandarina, muy gustosa aderezando postres, como señala Rafael Forteza.

La adopción se puede realizar paso a paso a través de su página web, donde mediante planos virtuales de la plantación se puede escoger el naranjo que se desee y con todas las garantías, ya que en caso de que el árbol enfermase o muriese, éste sería repuesto por otro en el acto.

Lydia E. Larrey
(texto y foto)