Jaume Font, Sebastià Ginart, Dolça Mulet, Pere A. Serra, Miguel Bosé y Xavier Pastor, en Sant Francesc. Foto: J.TORRES/T.AYUGA

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JOAN J. SERRA
Lleno absoluto en el salón de actos del Col·legi Sant Francesc para escuchar a Xavier Pastor, director de Oceana en Europa, presentado por Miguel Bosé. El título: «2048: los océanos vacíos». El propio Pastor reconocía al principio de su intervención que este título puede parecer «catastrofista, alarmista o sensacionalista, pero no pretende serlo. La revista 'Science', una de las publicaciones científicas más prestigiosas, ha llegado a esta conclusión recogiendo estudios de 14 notables científicos de todo el mundo. El 30 por ciento de las pesquerías del planeta están actualmente agotadas y, si se continúa con la misma tendencia, la proyección nos lleva al colapso total, con un mar que parecerá una enorme sopa de medusas, otros invertebrados y organismos básicos».

Xavier Pastor explicó el declive de las especies pesqueras en los últimos 50 años, «con descensos de poblaciones a una velocidad extraordinaria en muy poco tiempo, y de manera especialmente tremenda desde los años 80. Las bajadas son brutales. Las densidades se reducen notablemente en el Atlàntico norte, la costa de Àfrica y el sudeste asiático. En el caso africano, las flotas europeas de altura han acabado con las pesquerías de esa zona y ése es uno de los motivos de la emigración masiva actual. En el Atlántico norte y en 2003, el Gobierno canadiense declaró el bacalao de Terranova en peligro de extinción, lo que ha supuesto la pérdida de miles de empleos y de una tradición de siglos en esa zona. A veces me preguntan que cómo podemos hablar de restricciones a la pesca, cuando miles de personas viven de ella. Pues sin restricciones pasa lo que ha pasado en Terranova. La sobreexplotación es la garantía de que la pesca desaparecerá, y con ella todos sus puestos de trabajo».

Más datos. Si ahora nos movemos en un 25-30 por ciento de pesquerías agotadas en el planeta, en 1974 eran sólo un 10 por ciento. Otro 25 por ciento tiene actualmente un grado de explotación bajo o moderado. En 1974 era de un 40 ciento. Uno de los resultados: pesqueros norteamericanos sólo pueden capturar medusas en el Golfo de Méjico para exportarlas al Japón. Las especies comerciales tradicionales han desaparecido o están sobreexplotadas. El director de Oceana en Europa criticó abiertamente a los ministros de Pesca de los Estados de la UE de jactarse de conseguir más toneladas de capturas en las negociaciones comunitarias y recordó que «hemos llegado al absurdo de que las cotas de anchoa del Cantábrico superan a la población existente de esta especie. Y en el Mar Menor, los pescadores se dedican a la captura de medusas para que no piquen a los turistas».

Xavier Pastor no quiso dejar en los asistentes una incómoda y pesimista sensación de desastre y dejó claro que hay tiempo para reaccionar, «reduciendo a la mitad los barcos pesqueros del mundo y creando grandes reservas marinas, con una comprobada eficacia en la regeneración de especies, aunque sólo sea temporal. Inicialmente, los pescadores las rechazan, pero acaban estando a su favor, pues comprueban sus beneficios casi inmediatos. Es necesario un Protocolo de Kyoto para la pesca, como dice el científico Enric Sala, y borrar esos mensajes desarrollistas de hace unas décadas de que 'el mar es una despensa inagotable' y 'el mar no se contamina porque allí todo se diluye'. Con otras medidas complementarias, inmediatas pero sin necesidad de ser drásticas o radicales, es posible la recuperación de especies. En organizaciones como Oceana no queremos que se deje de pescar, lo que queremos precisamente es que se pueda seguir pescando».