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MERCEDES AZAGRA
Doce grados de temperatura. Son las 22.30 horas. La Unidat Mòbil d'Emergencia Social (UMES) de Cruz Roja llega a una calle próxima al Parlament balear, donde dos «sin techo» hablan de lo suyo. Están abrigados y, como cada noche, preparan sus dos cartones dobles para dormir a la intemperie. Miguel (nombre ficticio) cumplirá el 18 de febrero 35 años. Es portador de anticuerpos y de hepatitis C desde que vino al mundo, y vive desde los 11 años en la calle.

«En esta época necesito tres mantas y un saco de dormir. Hay días que se pasa frío porque viene el aire del revés», afirma. Miguel respira con dificultad, habla despacio, no tiene prisa. Dice que duerme más seguro en la calle que en alguno de los centros de la Red y pide albergues «menos exigentes». «Podían construir unas naves con distintos departamentos. Allí estaríamos todos, alejados del centro de Palma», añade. Tanto Xisco como Miguel no quieren ir a un centro a pasar la noche, aunque hay 45 plazas disponibles (424 plazas del total de 469 están ocupadas), además de cinco plazas más en cada uno de los centros que forman parte de la Red: Casa de Familia, Son Ribas, Mar Sis (ambos centros terapéuticos), Sa Placeta, Son Llinás, Turmeda, SAPS, Es Refugi, Can Gazà y Zaqueo.

Recibe agradecido el café y las galletas que le entregan Gloria Perelló y Borja Rosa, de Cruz Roja. La UMES recorre cada noche las calles de Palma atendiendo a los «sin techo» y, siempre que sea posible, derivándolos a los centros de la Red de Inserción Social, dependiente de s'Institut de Serveis Socials de Mallorca.

El pasado 23 de enero s'Institut activó el nivel 2 del Plan de Emergencia de Invierno ante el brusco descenso de los temperaturas. Ello supone que los servicios que forman parte de la Red se mantienen en situación de alerta en previsión de los ingresos derivados de la UMES, y los centros amplían su horario de atención para garantizar un techo a los «sin techo».

Son las 23.05 horas. Empieza a llover. Xisco (nombre ficticio) lleva cuatro meses en la calle. También tiene su rincón en una zona de Ciutat. A sus pies les faltan cinco dedos, amputados por culpa del azúcar. A pesar del frío, duerme en manga corta, arropado con dos mantas y un plástico gigante que cubre su cuerpo, el de un compañero con gripe que duerme casi en el mismo espacio y sus pocas pertenencias. «Pediría poco a las instituciones. Yo tengo derecho a la jubilación, he cotizado a la Seguridad Social durante años. Hay centros en Palma que están bien, pero otros son conflictivos», afirma.

«Muchas de estas personas están acostumbradas a vivir en la calle, saben que existen otras posibilidades. De todos los centros que forman parte de la Red, Sa Placeta es el único que no tiene horario, pero el resto sí. Forma parte de una dinámica en donde no sólo hay un límite horario, sino entrevistas de trabajo...», afirma Antoni Serra, presidente de s'Institut de Serveis Socials i Esportius de Mallorca.

La temperatura ha bajado dos grados. La UMES continúa su recorrido por Palma, como cada noche. Ha parado de llover. Dos personas, uno de ellos joven y otro de mediana edad, los dos varones, reciben el café y las galletas de Cruz Roja. Enrique (nombre ficticio) duerme sobre el suelo, sin cartones y se cobija con una manta. «No hace tanto frío. Yo duermo en la calle temporalmente, un poco por aventura», afirma.

Han pasado dos horas y media y ninguno de los indigentes ha querido dormir a cobijo. Desde que se puso en marcha el nivel 2 han sido nueve los «sin techo» trasladados a un centro. A pesar de ello, 424 en situación o riesgo de exclusión social son usuarios de los centros que integran la Red de Inserción Social y, lo más importante, es que «alrededor de 50 han sido introducidos ya en proyectos de reinserción sociolaboral, han entrado en un proceso de recuperación. Es el éxito de la Red, que ofrece una atención personalizada al usuario según su perfil», afirma Antoni Serra.

En el éxito de la Red intervienen distintas entidades e instituciones, como Cruz Roja, Ajuntament de Palma, Proyecto Hombre o La Sapiència, además de s'Institut. Por primera vez existe el mismo número de plazas en los centros que indigentes.