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Ha llegado el momento de repensar qué quieren los ciudadanos de Palma en un lugar tan emblemático como la Fachada Marítima. La decisión de la Comissió d'Urbanisme de no aceptar el derribo del edificio de GESA y apostar por su protección tal vez sea la piedra de toque para comenzar a replantearnos cómo queremos todos que sea la capital de las Islas y, sobre todo, cómo queremos que sea el escaparate de entrada de la ciudad. Desde un punto de vista práctico, no parece que la mejor opción sea construir una nueva barrera de casas que separe a los ciudadanos del mar.

Palma debería ser una ciudad abierta al mar. En la misma zona, ya se han acometido algunas actuaciones urbanísticas que, en un momento como el actual tan pendientes del territorio y del medio ambiente, serían impensables. Hay que evitar que se cometa el mismo error de hace años: derribar edificios para construir otros. Lo que ocurrió con el primer proyecto del Parc de la Mar, felizmente rechazado, debería servir de ejemplo. Se quería un parque, no un párking. Se rescató la concesión y se hizo el parque que hoy conocemos.

La más que probable protección del edificio de GESA por el pleno del Consell y la imposibilidad real de ejecutar el proyecto inicial ideado por el Ajuntament son una magnífica oportunidad para que todas las administraciones se vuelvan a plantear qué es lo que la ciudad necesita. Hay que repensar Palma y aún estamos a tiempo.

Es cierto que ningún partido político, ni siquiera los que ahora defienden la protección del edificio de GESA, votaron en su día en contra de la demolición del inmueble. Es cierto, por lo tanto, que ha habido un cambio de opinión entre algunas formaciones políticas. Sin embargo, también es verdad que Palma es una ciudad demasiado acostumbrada a la política de hechos consumados que ahora derriba murallas, ahora tira puentes para volver a construirlos. Pensar Palma es parar, dar un tiempo a la reflexión, esperar a que pase el periodo electoral y, al margen de la presión del momento, decidir con más calma si la primera línea se merece bloques de pisos o se merece un parque público.