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JOAN J. SERRA
La sobrasada mallorquina elaborada bajo la Indicació Geogràfica Protegida (IGP) exporta a la Península una media del 74 por ciento de su producción (unas 2.200 toneladas anuales), aunque alguna de las 25 industrias acogidas a ese distintivo pueden llegar al 90 por ciento. Así lo han explicado a este periódico Mateu Castelló y Miquel Martí, presidente y vicepresidente, respectivamente, del Consell Regulador de la Sobrassada de Mallorca.

Por todo ello, para Castelló y Martí, «tal como proponen algunos, elaborar la sobrasada mallorquina con carne de la Isla es totalmente inviable. No podemos llenar Mallorca de explotaciones porcinas, a lo que se añadirían graves problemas comerciales, de infraestructuras y de residuos para los que no estamos, ni mucho menos, preparados».

Ante la polémica surgida por el uso de carne de la Península para la elaboración de sobrasada mallorquina con IGP, Castelló y Martí explican que «el cerdo blanco criado en la Península es de la misma raza que el mallorquín y come exactamente lo mismo. Por ello, fijarse en si la materia prima cárnica es peninsular o mallorquina es como plantearse por qué hacemos ensaimas con harina de fuera o fabricamos zapatos con piel importada».

Los responsables del Consell Regulador indican que «la producción mallorquina de cerdo sólo cubre entre el 5 y el 10 por ciento de la demanda. Si queremos que toda o casi toda la producción mallorquina de sobrasada se elabore con carne de aquí, tendríamos que llenar la Isla de explotaciones porcinas, con el problema añadido de un gran volumen de prurines y residuos que no podríamos tratar. Además, tampoco contamos con mataderos suficientes ni adecuados para recibir y despiezar una cantidad tan enorme de carne. Por si fuera poco, por cada cerdo, haríamos unos 15 ó 20 kilos de sobrasada. ¿Qué haríamos con todo lo demás, piernas, lomos, etc.? Con tanta competencia, ¿en qué mercado colocaríamos toda esa carne? A no ser que querramos hacer un chorizo de mala calidad, evidentemente sin salida para la venta en el mercado».

Otra cuestión es eporc negre, raza autóctona que en Mallorca llegó a estar en peligro de extinción porque se consideraba de mala calidad. Actualmente, se crían en al Isla más de 2.000 porcs negres y, en este caso, toda la carne sí se utiliza para la sobrasada, muy apreciada entre una clientela más exigente de lo habitual. Un dato refleja este cambio de tendencia. En la actualidad, apuntan Castelló y Martí, «un 80 por ciento de les matances de particulares se hacen con porc negre. Ello contrasta con la situación de hace años, cuando sólo 5 ó 6 explotaciones de Mallorca se dedicaban aporc negre. Ahora, los payeses saben que eporc negre se paga a buen precio y vale la pena dedicarse a este porcino selecto». Sólo eporc negre puede acogerse al distintivo Porc Mallorquí Selecte (PMS). En opinión de los dirigentes del Consell Regulador de la IGP, «pretender ampliar el sello del PMS al cerdo blanco, como proponen algunos, es absurdo, pues éste es como el de la Península. Es la misma raza y come lo mismo. Con el PMS para el cerdo blanco, ¿qué quieren hacer para comercializarlo, venderlo más caro que un cerdo igual de la Península? ¿Cómo van a justificar ese incremento de precio ante los consumidores de Mallorca?».