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Las imágenes son prácticamente iguales a la de la Semana Santa anterior, aunque con un año más, lo que significa que los protagonistas de las mismas -los duques de Palma y sus hijos y los hijos de los duques de Lugo- tienen un año más. Por lo demás, igualito que las del año pasado.

Aunque, a decir verdad, también puede que influyera el día, que de haber sido mas caluroso y soleado, quién sabe, a lo mejor hubiera podido haber paseo marinero a bordo de la Somni. Lo cierto es que la mañana de ayer, en que la llovizna aparecía y desaparecía continuamente, aconsejaba dejar la lancha y buscarse un lugar donde pasar algunas horas; un lugar, a ser posible, próximo a un cobijo ante, ya decimos, una más que segura inclemencia meteorológica. ¿Y qué mejor que la zona de juegos y columpios del Parc de la Mar, la que, además, conocían por haber estado en ella en años anteriores?

Pues eso. Que hacia ese lugar, desafiando la inestabilidad atmosférica, se encaminaron los duques de Palma y sus hijos y los hijos de los de Lugo, mientras éstos, los de Lugo -el duque, por cierto, cumplía ayer 44 años, molts d'anys, don Jaime!-, se quedaban en palacio, seguramente con el Rey, puesto que doña Sofía y su hermana, la princesa Irene de Grecia, se subían en el coche y se iban de compras por el centro de Palma.

Por la tarde, la Reina, junto a Jaime de Marichalar y la infanta Cristina, con todos los niños, salieron de Marivent rumbo a las salas de cines de Ocimax, donde en la sala 15 vip emitían la película Las vacaciones de Mr. Bean, un filme de comedia que a buen seguro haría las delicias de los grandes y pequeños, que pasaron una festiva jornada de Semana Santa.

Bien, una vez en el parque, ¿qué hacer? Como había unos chicos peloteando sobre el césped, Iñaki Urdangarín les propuso jugar un partidillo entre todos.

Como el crío, dueño de la pelota, que no sabemos si reconoció a tan egregios personajes, aceptó, el Duque organizó los dos equipos, que, sin más preámbulos, se pusieron a jugar.

Así, a Juan se le vieron buenas maneras: fino regate y tiro con cierta picardía a puerta. Por su parte, Froilán, camisa a cuadros y pantalón largo, dejó muy claro que lo suyo son las bandas, y que el regate no se le da mal del todo. El resto cumplió. De los críos no reales destacó, como no podía ser de otra manera, el dueño del balón, a quien Froilán le hizo un «choca esa palma» después de haber conseguido un gol tras una brillante jugada en la que, en apenas un palmo de césped, regateó al duque. El partido se disputó en dos tiempos y el resultado fue lo de menos. Doña Cristina, que lucía ajustado pantalón, estuvo muy pendiente de su hija y de su sobrina. Aquélla, intentando meterse a toda costa en el charco, cosa que siempre le impidió la nurse, y a veces la madre, mientras que ésta mostraba su predilección hacia los columpios. Y así, entre pelotazo viene, pelotazo va, regate que te hago y bola que te meto, discurrió la animada mañana.

Pedro Prieto
Fotos: Julián Aguirre