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Pérez Rubalcaba, a quien todos llaman Rubalcaba, se mostró especialmente elogioso con el candidato socialista a president, Francesc Antich, y también con Francina Armengol y Aina Calvo, que le precedieron en el uso de la palabra. «Me gusta venir a los sitios donde vamos a gobernar», afirmo el hombre al que la derecha culpa de haber montado las manifestaciones ante las sedes del PP en la jornada de reflexión previa a las generales de 2004.

El hoy ministro del Interior habló de la existencia en Balears, y también en Madrid y Canarias, de «tres especies a excluir». Citó al «especulador infatigable», al «empresario dadivoso» y al «político aprovechado» (explicó que los tres son imprescindibles en los casos de corrupción» y añadió que «vamos a acabar con esas especies».

En la recta final de la campaña, Rubalcaba se dirigió especialmente a los jóvenes. Afirmó que su voto es imprescindible para seguir cambiando, fue muy crítico con Rajoy y con Aznar (le pidió a Matas que se pronunciara sobre el comentario que había hecho el ex presidente del Gobierno el día anterior, cuando dijo que Zapatero llevaba a España a la guerra civil).