Calvià vive este fin de semana sus fiestas del Rocío y ayer se celebró la romería rociera que se inició en la Pinada de Santa Ponça y concluyó en la iglesia de Son Ferrer. A pesar del calor reinante, cientos de ciudadanos participaron en el recorrido, donde el buen humor y la alegría fueron las notas predominantes.
A mitad de los casi diez kilómetros de la travesía, los caminantes, entre los que se encontraban las regidoras de Calvià Maribel Hernández y Teresa Hernández, hicieron un descanso y repusieron fuerzas a base de jamón, queso, salchichón y rebujito. Desde la Vía Santa Ponça los participantes siguieron su ruta por la carretera hacia Son Ferrer ante la mirada entre atónita y divertida de muchos turistas extranjeros que no acababan de entender qué hacía toda esa gente vestida con esos trajes, cantando y bailando por la carretera.
Al llegar a Son Ferrer, y a unos 200 metros de la iglesia, las mujeres llevaron sobre sus hombros a la Virgen, que había realizado el recorrido sobre un carro, hasta el templo. Allí el momento más emotivo se produjo al cantar los rocieros de Calvià una salve rociera que llevaban preparando tres meses y que les salió a la perfección. La jornada terminó con una multitudinaria paella en la pinada de Son Ferrer y el posterior regreso a Santa Ponça, pero esta vez en coches.
J.M.J.
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