En estos nuevos espacios del Museo Militar destacan los retratos de insignes militares, como el del general Weyler y numerosas condecoraciones y los banderines de unidades disueltas.

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El Museo Militar de San Carlos ha abierto tres nuevos espacios. La sala destinada exclusivamente al general Weyler, presidida por un gran retrato suyo, de cuerpo entero, obra del abuelo del galerista Joan Oliver 'Maneu', además de un busto, diversas fotografías y uniformes de gala. Al general Weyler lo volveremos a encontrar en la escalera que conduce al piso superior, de cuyas paredes penden los retratos de otros militares que tienen que ver con la historia reciente de las Islas, como el brigadier ibicenco Vara de Rey, los generales de división Francisco Franco y Goded, y los teniente generales Fernando Cotoner, Villacampa y López de Letona. En el mismo nivel que ésta, se halla la Sala Altea, en la que se recuerda el paso de las tropas de Balears, al mando del coronel Santiago Gómez de Valenzuela, por Bosnia (Mostar y Sarajevo) entre enero y mayo del 2006, así como el guión que donó el Govern, a través de su presidente Jaume Matas, y en el piso superior, la sala de uniformes, banderines, armas, recuerdos de la contienda civil española, etc.
Debido a que tiene más cosas que ver que los otros, puede que este último espacio retenga más tiempo al visitante. Entrando, nos encontramos con uniformes militares. Están todos. Y su estado de conservación es perfecto.
En la sala siguiente vemos recuerdos de la Guerra Civil en Mallorca, una maqueta del monumento de Porto Cristo y las armas fabricadas en España que se utilizaron en dicha contienda, como dos Mauser, un subfusil Naranjero de la Guardia Civil, una pistola Astra, un fusil Fontcuberta, construido por un herrero de Olot y una ametralladora Hotchkiss, modelo 1914 (ésta no fabricada en nuestro país). En otro compartimento de esta tercera sala se conservan restos del crucero Baleares, con una maqueta de éste; en otra, condecoraciones diversas, símbolos de la FAI y CNT, así como recortables de Durruti, una cajetilla de tabaco fabricada en Mallorca y cajas de cerillas de la posguerra. Veremos también el bombo y las bolas con los que sorteaban a los mozos de reemplazo, así como el artilugio con los que los talaban, además de una casulla y objetos litúrgicos recuperados de la capilla de una batería de costa, y numerosos banderines de unidades disueltas.
Un lugar que vale la pena ver.


Pedro Prieto
Foto: Click