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Los cines se ponen en huelga y lo hacen en contra de la Ley del Cine que se prepara desde el Gobierno Zapatero. ¿Qué les molesta a las salas de exhibición? Que se les va a obligar a exihibir una película española o europea de cada cuatro. Una medida que las salas contestan porque entienden que mientras emitan cine español las salas permaneceran abiertas, pero vacías, lo que supondría enormes pérdidas económicas para un sector ya bastante dañado con la aparición del vídeo, el DVD y, ahora, la descarga de películas por internet. No es fácil la situación de las salas de cine. Los amantes del séptimo arte siempre preferirán ver una película como dios manda, o sea, en pantalla grande, con sonido envolvente y con el ambiente único que se sigue respirando en el cine. Pero muchos son los que prefieren mirar el bolsillo y se conforman con una buena peli en DVD o previo pago en televisión, para poder disfrutarla sin publicidad.

Así las cosas, forzar a intercalar cine español o europeo será otro duro golpe para el sector porque, seamos francos, el cine hecho aquí, salvo algunas excepciones, interesa poco. O al menos interesa poco si hay que pagarlo a precio de cine. Por eso somos muy capaces de verlo en televisión o en vídeo, pero nos cuesta acudir al cine para ver un film nacional. Las estadísticas lo dicen.

En realidad tener una sala de cine es un negocio privado y, como tal, debería estar lo menos sujeto posible a leyes y reglamentos demasiado constreñidos. El Gobierno ejerce un control sobre la televisión pública, una televisión que ¿cuánto cine español proyecta? ¿y europeo? Poquísimo, porque las audiencias se caen. Resulta pues del todo injusto que se obligue a empresarios privados a soportar las pérdidas que el propio ente público quiere evitar. Apostar por mejorar la calidad del cine español es la clave, y no obligar a que se emita si no hay público suficiente.