Ciutadella es una ciudad donde, a primera hora de la mañana del 23 de junio, las calles del casco antiguo son recubiertas por una alfombra de arena; donde se interrumpen todos los ritmos laborales y las actividades cotidianas; donde cierran las tiendas, que protegen sus escaparates con barras de madera para protegerlos de las avalanchas humanas que se avecinan. Una ciudad donde los protagonistas son los caballos y sus jinetes: los caixers y cavallers.
Toda la ciudad se lanza a la calle cuando oye el magnético y ruratom, tom, tirurit detambor i fabio, que preludia la llegada del Fabioler y el paso de Sa Qualcada. En Ciutadella, cada 23 de junio, estalla -intensa y encendida- la fiesta popular con una policromía de actos que se organizan según unos protocolos y unos usos transmitidos oralmente durante generaciones; costumbres respetadas y tradiciones antiguas que amalgaman tradición y modernidad.
El cosmos lúdico de Sant Joan de Ciutadella es complejo. Los visitantes se inician en los ritos que incluyen el descubrimiento degin amb llimonada, el sentido de los caragols, el orden interno en Sa Qualcada, las funciones de cada uno de los Caixers y el papel que desempeñan las personas que intervienen en el engranaje de una fiesta secular donde las anécdotas adquieren la categoría de hechos relevantes. Para los ciutadellencs, orgullosos de haber conservado este patrimonio cultural que es Sant Joan, se trata de «la festa més festa de quantes es fan i es desfan en el món».
Josep Pons Fraga
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