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Lo primero que llama la atención del informe sobre violencia contra la mujer recientemente publicado por el Centro Reina Sofía, es la generalización de esa violencia independientemente de si un país es rico o pobre, o de si presenta una estructura social más o menos igualitaria. De los 23 países estudiados en el informe -17 europeos, 5 americanos y Japón- ni uno solo se libra de este azote. Las cifras son similares trátese de naciones europeas o americanas, si bien hay que admitir que por distintas razones parecen más fiables las estadísticas elaboradas de este lado del Atlántico. Otra cuestión a destacar es la dificultad que entrañan este tipo de estudios si se tiene en cuenta que en muchos países el problema no se reconoce como tal, como un específico tipo de violencia, la de género, doméstica, machista, o como se la quiera denominar, por lo que muchas de las muertes que se deben a esta causa son englobadas en el cómputo general de asesinatos, sin más. Y es ése un camino nada recomendable, puesto que el primer paso con vistas a resolver un problema consiste en reconocerlo. No ocurre así entre nosotros, ya que la sociedad española está hoy en día suficientemente sensibilizada y es consciente de una lacra que es necesario erradicar. Contamos al respecto con una legislación avanzada, muy estimable, fiel reflejo de la preocupación social que causa el problema. Lo malo es que algunas de las medidas dispuestas no se aplican con el rigor debido, y si a ello le añadimos una relativa carencia de medios, empezando por la falta de juzgados, se entiende fácilmente que con una indeseable frecuencia tengamos noticia de un suceso de estas características. Aún así, en el citado estudio España figura en las últimas posiciones de entre los países europeos por casos de mujeres asesinadas por sus parejas. Ello no debe generar actitudes acomodaticias entre quienes nos administran, ya que en pleno siglo XXI es preciso considerar un crimen de esta naturaleza como el más odioso de los crímenes, y por tanto el que debe ser más prevenido y perseguido.