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Aunque en Cala Figuera no existe playa visible, al menos por lo que se entiende la típica playa de arena, instalaciones y equipamiento, los amantes de este pintoresco y ancestral puerto de pescadores no lo ven así.

Es lo que piensan los turistas hospedados en el hotel Villa Sirena, ubicado de forma estratégica sobre el acantilado en plena bocana de esta maravillosa entrada natural que ha inspirado a muchos pintores locales y foráneos.

Esta es la opinión de Marlene, una ciudadana alemana que disfruta de este lugar casi todos los veranos desde hace 22 años y al que en esta ocasión ha destinado dos semanas: «Lo que más me ha atraído desde el principio es el paisaje que se contempla desde aquí, el intenso azul del mar que entra hasta el fondo hasta bifurcarse, rodeado por el verdor de los pinos sobre las cavernas que forman las rocas. También me gusta el carácter del puerto con sus varaderos, su flota pesquera y sus pequeñas embarcaciones típicas mallorquinas, los llaüts, amarrados en las dos calitas que se abren al fondo».

Por lo que concierne al baño, la ausencia de playa en Cala Figuera no constituye al parecer de Marlene ningun inconveniente: «Aquí mismo, bajo el hotel se puede nadar. Hay una escalera en las rocas. Además, la cala de Santanyí queda muy cerca. He conocido otros lugares de Mallorca, pero me quedo con Cala Figuera, es ideal para relajarse y además apenas ha cambiado desde que lo conozco. El próximo año pienso invertir aquí tres semanas, es algo único».