El incendio en una subestación de la red eléctrica de GESA-Endesa situada entre Calvià y Puigpunyent provocó, ayer a mediodía, un corte en el suministro de energía que afectó a varios municipios del Ponent mallorquín; incluyendo la capital, Palma.
Por tanto, fueron miles los afectados por la avería que, por fortuna, no causó desgracias personales. No obstante, con total seguridad, los ciudadanos debieron soportar las consecuencias del apagón que, según las zonas, osciló entre los quince minutos y varias horas. Resulta fácil imaginar las escenas derivadas del bloqueo de ascensores, supresión de semáforos, imposibilidad de hacer uso de ordenadores... la lista de consecuencias es interminable y los perjuicios económicos también; no se puede olvidar que amplias zonas turísticas fueron las más afectadas. Es lógica y comprensible la indignación de buena parte de los vecinos y empresarios, la Administración debe quedar comprometida en exigir la compensación por las pérdidas ocasionadas.
La sombra del enorme apagón ocurrido en Barcelona la pasada semana, el cual se prolongó durante días en diversos barrios de la ciudad, también se cernió sobre Mallorca, cuyo sistema eléctrico también ha padecido varios «cero» "el último en el año 2001". No cabe duda de que estos precedentes han servido para que el incidente de ayer no haya tenido unas dimensiones descomunales, las medidas de prevención adoptadas por los responsables de GESA-Endesa han permitido minimizar, en la medida de lo posible, los efectos del apagón de ayer; circunstancia que vino ayudada por no encontrarse en una punta de demanda energética.
El de ayer fue un aviso que obliga a extremar las medidas de prevención ante este tipo de desastres.
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