La Familia Real al completo, con la incorporación, este verano, de la infanta Sofía. Foto: JAUME MOREY/JOAN TORRES

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Unos llantos en el interior del Palacio de Marivent, minutos antes de que la Familia Real saliera al jardín para posar ante los medios de comunicación, nos indujeron a error. Todos pensábamos que la autora de los mismos era la pequeña Sofía, más deseosa de dormir en su cuna que de otra cosa. Pero nos equivocamos. La benjamina de los príncipes de Asturias estaba bien despierta en brazos de su madre y durante el tiempo que duró la cita con la prensa no cerró sus enormes ojos. El enfado era de otra benjamina, Irene, hija de los duques de Lugo. Aunque iba muy guapa con sus bermudas estrechas de mil rayas, blusón y abarcas en color oscuro, no parecía muy contenta.

Los Reyes, los príncipes de Asturias con sus hijas Leonor y Sofía; los duques de Palma con Juan, Pablo, Miguel e Irene, y los duques de Lugo con Victoria y Froilán ofrecieron ayer la imagen del verano 2007 al pie de la escalinata del Palacio, dando fe con su presencia del ritmo al que aumenta la familia.

Los niños de Marivent, en general, combinaron los gestos de seriedad, incluso de mimos con sus padres y abuelos, con esas miradas infantiles de aire travieso del que está a punto de comenzar a armarla, pero se contiene, porque en casa le han dicho que debe comportarse bien.

Los primeros en salir fueron Pablo y Miguel Urdangarín, sonrientes y formalitos, y sobre ellos cayeron los primeros flashes.
Minutos antes, la tropa infantil había hecho una inspección ocular de reconocimiento a través de la ventana. Felipe Juan Froilán, zampándose una galleta, y Juan Valentín, los mayores, siempre juntos, compartían cristal y gesto cómplice. El pequeño Miguel oteaba el panorama desde otro ventanal.