El hijo de los duques de Palma llora, el escolta trata de calmarle y su prima busca con la mirada a su tío...

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Un día como otro cualquiera. Mientras algunos miembros de la Familia Real se encontraban a bordo del Fortuna, en la playita de una cala del norte de la Isla, a no mucha distancia del yate real, la gente menuda de palacio jugaba y se bañaba bajo la atenta mirada de los escoltas y, naturalmente, de sus padres y abuela, que estaban en el buque, ya decimos, a no muchos metros.

De pronto, el niño echa a llorar. ¿Le ha picado una medusa? El padre, en una zódiac acude rápidamente en su ayuda. El niño sigue excitado. Con una mano se agarra a su padre que le mira en la parte izquierda del cuello. En la auxiliar regresan a bordo. La Reina, con un tubo de crema en la mano, y su hija, y madre del niño, la duquesa de Palma, aguardan. En sus rostros se dibuja una sombra de preocupación. No es nada grave, pero el crío sigue quejándose. Desde el barco pasan la crema y el padre se encarga de curarlo tras rechazar el agua que le ofrecen, pues para las picaduras de medusa no es lo más conveniente.

Desde el barco, a través de la escolta, se recomienda a los fotógrafos que no se diga que ha sido una medusa, pues puede perjudicar el buen nombre de la Isla.

Pedro Prieto
Foto: Click