Los datos avanzados ayer por la titular de la Conselleria d'Educació i Cultura, Bàrbara Galmés, ponen de nuevo sobre la mesa uno de los problemas más graves "junto con el del fracaso escolar" al que tiene que enfrentarse el sistema educativo de Balears; la incorporación exponencial de nuevos alumnos en cada curso. Para el que se inicia hoy son unos siete mil, de los que cuatro mil corresponden a la Educación Infantil y el resto a la Secundaria obligatoria. Las cifras siguen creciendo con solicitudes de última hora.
Durante la pasada legislatura se realizó un notable esfuerzo para incrementar el número y dotación de centros educativos en Balears, pero está claro que la Administración se muestra impotente para atender el aumento de la demanda y, por desgracia, todavía hay escuelas que tienen que hacer uso de aulas prefabricadas para poder albergar el alud de nuevos escolares que deben atender. El president Antich ha manifestado en reiteradas ocasiones, como no podía ser de otro modo, que la educación es una de las áreas prioritarias en su gestión; efectivamente, no puede haber mejor apuesta de futuro para una sociedad.
El curso que comienza vuelve a poner a prueba la capacidad organizativa de la Conselleria, incluso de los ayuntamientos en su esfuerzo por evitar el colapso circulatorio en las entradas y salidas de los colegios. Todo ello carece de sentido si la Administración se muestra incapaz para hacer frente a la exigencia irrenunciable de instruir, adecuadamente, a las nuevas generaciones que se van incorporando a nuestros centros escolares. Por tanto, la asignación de los recursos económicos necesarios para lograr una enseñanza de calidad es un objetivo irrenunciable, éste es un examen en el que el Govern no puede ni debe suspender.
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