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A. CASTAÑO Una imagen vale más que mil palabras, dice el refranero. En un mundo como el actual, donde la apariencia física es tan importante, no podemos dejar de prestar atención a la ropa con la que nos vestimos y al resto de efectos que hace brillar nuestra presencia, como nuestro corte de pelo y nuestro peinado.

La peluquería no sólo nace de una necesidad de higiene y de comodidad, surge de la necesidad de embellecer, de crear un estilo diferente, de arriesgar, crear tendencia y vanguardia. «La peluquería es un arte que además se renueva constantemente. La vanguardia es tal que a veces resulta difícil estar al día», declara el estilista Juan Àngel Bennasar con más de veinte años de profesión a sus espaldas, ha sido presidente de una de las tres asociaciones de peluqueros existentes en Mallorca, y regenta un salón de peluquería en la Avenida Joan Miró número 66.

«El problema, -declara Bennasar-, radica en que no hay una regulación de las necesidades reales del sector. Hay demasiadas peluquerías y no se establece ninguna regulación de apertura de estos establecimientos. El Govern prometió un carné oficial de peluquero pero no ha hecho nada de nada». Según Bennasar, «las escuelas de peluquería preparan a sus alumnos con la intención de que monten su propia peluquería, sin dejar un tiempo de aprendizaje, ni de rodaje, donde un maestro peluquero pueda enseñar a perfeccionar el estilo propio de cada peluquero, enseñe a tratar al cliente. Sin embargo, muchas familias adineradas meten a sus hijas en una academia cuando no quieren estudiar y les compran una peluquería cuando tienen el título.

Rebaja del arte
Otra crítica que Bennasar lanza al sector es «que las grandes firmas han abaratado la peluquería, han rebajado el arte y el nivel de la peluquería, un servicio de calidad precisa higiene, un tiempo concreto y unas competencias concretas. Y abaratando los sueldos de las empleadas, utilizando productos de menor calidad, y ofreciendo un servicio rápido y no precisamente bien acabado. Y ese trabajo mal hecho, sin profesionalidad, da mala imagen al arte del estilismo. Por ejemplo, utilizan muy pocos minutos para dar color, lo que popularmente se conoce como 'hacerse mechas', un trabajo que lleva horas». Bennasar lamenta que los jóvenes acaban sus estudios y van a trabajar a estas cadenas de peluquerías donde aprenden los cuatro trucos de peluquero con los que 'ir tirando', les pagan mal y los queman, dándoles responsabilidad y teniendo jornadas muy prolongadas».

El estilista Juan Àngel Bennasar reclama una peluquería 'artesanal' de vanguardia, donde además hay que saber tratar al cliente, saber ganárselo, llevarlo e incluso hacer casi de terapeuta. «Para una mujer la peluquería es una forma de vivir, una cita importante en su vida cotidiana. En cambio para el hombre la peluquería es más insignificante. Aproximadamente existen unos 4.000 peluqueros en Balears, y hay entre 2.000 y 3.000 peluquerías, y en Palma seis academias. Bennasar clama porque la peluquería recupere su valor, su arte, su estilo. Todo sea por que tu cabello reluzca.