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TORRES BLASCO/LAURA MOYÀ Unió Mallorquina (UM) llega a sus 25 años, que conmemora formalmente el próximo 10 de noviembre, en un momento de especial trascendencia marcado por la inminencia de un congreso que elegirá a la persona que sustituirá a Maria Antònia Munar al frente de la presidencia del partido.

Cuando Munar se convirtió en presidenta de UM, en abril de 1992, su partido ya había atravesado una grave crisis que hizo pensar, incluso, en su desaparición o su absorción por el PP.

Unió Mallorquina nació en octubre de 1982. Aunque no se dio a conocer hasta después de las elecciones generales de aquel año, lo cierto es que ya se estaba gestando desde unos meses antes. Nadie pone en duda hoy día que el 'padre' de UM es Jeroni Albertí Picornell que se anticipó a la debacle de UCD y dimitió de sus cargos institucionales: la presidencia del Consell General Interinsular (CGI), el ente preautonómico, y del Consell de Mallorca. Albertí y otro grupo de dirigentes de la UCD, como Maximiliano Morales y Pere J. Morey, acordaron impulsar un partido que, ideológicamente, sería como la UCD (de centro) pero que tendría un componente regionalista de primer orden. De hecho, UM no se definía entonces como nacionalista, sino como regionalista.

UM logró su mejor resultado electoral en las primeras elecciones autonómicas: seis escaños de un Parlament que entonces tenía 54 escaños. Sus votos fueron para que el candidato de AP, Gabriel Cañellas, fuera president del Govern.

Unió Mallorquina intentó ampliar su base electoral y dar el salto a la política estatal entre 1984 y 1986 y se vinculó a Miquel Roca y a su proyecto de crear un partido estatal, el Partido Reformista Democrático (PRD) partiendo de diferentes partidos regionalistas o autonomistas. Albertí, en 1984 estuvo a punto de romper su acuerdo con AP pero no lo hizo ya que el Grupo March apoyaba tanto al Govern de Cañellas como al proyecto de Miquel Roca. UM invirtió mucho dinero en la campaña a las generales que iba a suponer el lanzamiento del proyecto reformista. Fue un fracaso. Albertí comentaría luego que «la gente venía a nuestros mítines donde había coca amb verdura, pero luego no nos votaba».

Dos años después, un grupo de dirigentes promovió una corriente interna del partido en vísperas del III congreso. Albertí dimitió. Los años siguientes fueron duros: hubo destacadas bajas y se crearon nuevos partidos centristas y autonomistas. AP y UM, presidida entonces por Antoni Pons, se presentaron juntos a las elecciones. En abril de 1992 Munar asumió la presidencia del partido y meses después Cañellas la destituyó como consellera. Algunos cargos se pasaron al PP y otros siguieron siendo fieles a Munar. Al año siguiente, en 1993, se celebra el congreso de fusión con Unió Independent de Mallorca y Convergència Balear. De esa época es el intento, fallido, de crear en otras islas partidos similares a UM con la idea de obtener representación en todas las Islas. Ha sido, confiesan sus dirigentes, un objetivo siempre acariciado por UM que no se ha concretado.

El VIII marca un nuevo hito en la vida del partido. Munar da entrada en los órganos de gobierno a un grupo de jóvenes que no habían ocupado cargos hasta entonces. UM mostraba así que «tenía cantera». Algunos de estos «jóvenes» ocupan hoy puestos en el Consell de Mallorca y en el Govern balear.

Formalmente, y pese a los movimientos internos que se están produciendo desde las elecciones, UM no dará por abierto el periodo congresual hasta mitad de noviembre.