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Se cumplen estos días los veinticinco años de la fundación de Unió Mallorquina, promovida por antiguos dirigentes de la entonces Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez, como respuesta al pacto entre centristas y socialistas que descabalgó a Balears del acceso a la autonomía por la vía del artículo 151 de la Constitución española -el aplicado a las llamadas comunidades históricas-. Es la reacción a esta decisión entre los grandes partidos estatales lo que impulsó a Jeroni Albertí -líder hasta entonces de la UCD y presidente del Consell General Interinsular- a fundar, junto con un reducido grupo de colaboradores, Unió Mallorquina como un partido centrista y regionalista.

Desde los primeros comicios, Unió Mallorquina siempre ha pivotado sobre dos ejes fundamentales. Uno, basado en sus referentes ideológicos -liberalismo económico, defensa del idioma y cultura, y protección del territorio- y, el otro, el papel decisivo en la conformación de las mayorías parlamentarias. Ambos elementos han provocado, en el transcurso de estos cinco lustros, momentos de crisis y tensión en las diferentes coaliciones en las que ha participado, tanto con la derecha como con la izquierda; una prueba de su equidistancia ideológica respecto a las principales formaciones políticas.

La última etapa de UM ha estado marcada, sin duda, por la carismática dirección de Maria Antònia Munar -promotora del giro hacia el nacionalismo-, una mujer que ha sabido mantener a flote el partido en los momentos más complicados y sacar provecho de todas las circunstancias políticas a las que ha tenido que hacer frente; una actitud que no siempre han entendido sus adversarios políticos. Pese a algunas incomprensiones, no se puede olvidar el papel moderador de UM en la política y su apuesta por defender los intereses de la Isla frente a los grandes partidos -PP y PSOE- de obligada obediencia a sus direcciones estatales.

UM tiene ahora, gobernando en coalición en el Govern, Consell de Mallorca y Ajuntament de Palma, una oportunidad histórica para dejar de ser un simple partido bisagra.