Pere Sampol, junto a miembros de las candidaturas de Unitat al Congreso y al Senado, ayer en el Auditórium de Palma. Foto: TERESA AYUGA

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LAURA MOYÀ

El bipartidismo existente, el déficit en materia de financiación y los 30 años de marginación por parte del Estado que ha vivido Balears marcaron ayer noche el acto central de Unitat per les Illes, que se celebró en el Auditòrium y al que acudieron unas 1.300 personas. Pere Sampol, candidato de la coalición nacionalista al Congreso de los Diputados, atacó duramente al PP y al PSOE y destacó la necesidad de «conseguir una voz propia en Madrid», en palabras del actual senador. Para todos los miembros de la formación, el auténtico voto útil para Balears es «el que se dé a Unitat».

Los principales líderes de los partidos que forman Unitat acudieron al evento, aunque se mantuvieron en un segundo plano, una decisión adoptada desde el principio que se ha llevado a rajatabla. De esta manera, Miquel Nadal (UM), Biel Barceló (PSM), Biel Huguet (Entesa per Mallorca) y Joan Lladó (ERC) cedieron el protagonismo a los miembros de la candidatura. También acudieron la mayoría de consellers, regidores y parlamentarios del Govern, Consell o ayuntamientos de los partidos que conforman Unitat.

Discursos

La primera en subir al escenario fue Margalida Miquel, número 2 al Congreso. «Los parlamentarios de Balears sólo han servido para calentar las sillas del Congreso», dijo Miquel. Después fue el turno de Jaume Sansó, que tuvo que detenerse a mitad del discurso debido a la emoción. El alcalde de Vilafranca advirtió que «no puede perderse otra oportunidad», una idea que repitió Helena Inglada, también candidata al Senado. «Tenemos que impulsar un nuevo modelo de Estado que nos permita llegar a la soberanía», en palabras de Helena Inglada.

Pere Sampol empezó su discurso recordando «los 30 años de marginación» que Balears ha vivido. «Si los diputados de las Islas hubieran trabajado por nuestros intereses figurarían en los carteles electorales. Pero, como nunca las han defendido, salen los primos de Zumosol, Rajoy y Zapatero», dijo el actual senador. Para el candidato de Unitat, la coalición nacionalista no se enfrenta a «Antoni Garcías o a Maria Salom», sino a «Rajatero, es decir, las dos caras del mismo centralismo». De ahí que definiera Unitat como «la candidatura de la gente que sufre la falta de inversiones». Un déficit que se plasma en «los hospitales, la educación o los dramas personales de la gente que no puede estudiar o ser atendida por un doctor».

«Nos han acusado de desleales, pero desleales son los que aprueban unos presupuestos que nos dejan año tras año en la cola», dijo Sampol. El senador utilizó los eslóganes de Rajoy y Zapatero para definir las políticas que PP y PSOE propugnan. Del primero, Las ideas claras, se cuestionó «qué ideas tiene Rajoy» y, del segundo, Motivos para creer, aseguró que «en política hay que convencer», algo que Zapatero «no ha conseguido» a lo largo de esta legislatura. Para el número 1 de Unitat a la Cámara Baja, los dos partidos estatales «han fracasado».

«Ahora, el votante puede escoger entre ser uno de los 20 millones que en 2008 escogieron al PP o al PSOE por miedo o uno de los 45.000 que optaron por Unitat e hicieron historia». En ese instante, Sampol abandonó el atril desde el que hablaba para situarse en medio del escenario y reconocer el trabajo de Juan Carrero, presidente del Fórum Verdad Àfrica, mientras hablaba de las utopías. «Cada uno de nosotros tiene una utopía personal, pero a todos nos une la voluntad de ser de nuestro pueblo». Como Barack Obama, candidato a presentarse a la presidencia de Estados Unidos por el partido demócrata, «un joven que capitaliza las esperanzas de cambio de un país que se ha cansado».

Su alusión indirecta a Kosovo, «ahora que nacen nuevos países en Europa», fue uno de los momentos más aplaudidos de la velada y sirvió a Sampol para cerrar el acto. «Tenemos la palabra mágica para que el cambio sea posible: Unitat». Acto seguido, todos los presentes se pusieron en pie para saludar a los integrantes de la candidatura, que subieron al escenario del Auditòrium, mientras gritaban «Unitat». Los espectadores, ondeando senyeres y banderas cuatribarradas, les despidieron con aplausos.