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cielo azul y despejado y una temperatura primaveral fueron los acompañantes ideales para que los mallorquines llenaran el Passeig Sagrera y la plaza Drassana, para disfrutar del tradicional mercado medieval en una jornada en la que parte del comercio palmesano abrió sus puertas al público.

Palma volvío al siglo XIII gracias a esta tradición que se mantiene viva y que cada año vuelve a mostrarnos la calidad de los productos alimenticios y de los trabajos artesanales.

El ambiente muy festivo contó con la participación de grupos de animación y musicales, que recorrían el Passeig Sagrera y las calles colindantes contagiando a los visitantes e invitándolos a participar activamente.

Vestidos con trajes y atuendos tradicionales del tiempo medieval, atendían a los compradores con trajes coloridos creando una atmósfera muy especial. Caballeros, brujas, bufones , soladados se confundían entre los visitantes a este marcado.

Entre los productos expuestos, todos de gran calidad, se podían encontrar olivas, frutos secos, quesos, pan, aceite, empanadas. También se podía apreciar artículo de uso personal como jabones, esponjas naturales y plantas medicinales.

La artesanía también demostró su alta calidad y tradición, con sus artistas vestidos a la antigua usanza y todos ejecutando su labor como parte de un espectáculo, que opara muchos de los visitantes era toda una novedad. Encordadores de sillas, herreros, bordadoras realizando algún tapiz, son parte de los antiguos gremios de artesanos que en la larga jornada de ayer pusieron de manifiesto su calidad y cariño hacia sus oficios.

El mercado congrega una alta variedad de productos artesanos, actividades y comercio. Además de poder darnos un viaje en el tiempo, podemos degustar todo tipo de sabores, aromas y por sobre todo conocer el origen de ciertas costumbres, música y danzas.

Un mercado que además de transladarnos en un tiempo para muchos desconocido, enseña a cuidar y valorar las costumbres y el patrimonio cultural.