La región siberiana de Murmansk, que pertenece a Rusia, es un lugar de aquellos donde la vida sí que es más dura. Es conocida por su ciudad portuaria muy cercana al Àrtico y por tener dos meses de plena noche y dos meses de pleno sol. «Estar tanto tiempo sin ver la luz del sol, además de afectar psicológicamente, daña la vista de los más pequeños puesto que sólo ven luz artificial», cuenta Elena Victorova, responsable de desarrollo social y laboral de Murmansk.
Hace 20 años que 'Infants del món' coopera con Rusia para la acogida de niños durante períodos vacacionales y éste será el sétpimo año que un grupo de chicos y chicas de orfanatos de Murmansk vengan a pasar el verano junto a familias de Mallorca. En los seis años anteriores ya han venido un total de 170 y con los de este año ya serán más de 200. Y así lo ve la vicegobernadora Ljudmila Chistova: «Hemos establecido un gran vínculo con Mallorca, tenemos la seguridad de que los niños van a estar bien, comerán fruta, disfrutarán del calor y del mar. Todo lo que no hay en el clima nórdico».
Ljudmila Chistova tiene la certeza de que todos los pequeños sacan algo muy positivo de su experiencia con las familias de acogida, pues a parte del disfrute que supone para ellos el tiempo que pasan en la isla existen otros aspectos a tener en cuenta: «Los niños viven en orfanatos, ya sea por que han muerto sus padres o por temas sociales y sólo disponen de lo esencial; como ropa, casa y comida. Con las familias descubren lo que es el amor directo, en Rusia están bien cuidados pero la educación es colectiva, durante el verano serán queridos uno a uno por un padre y una madre y unos hermanos». Elena Victorova añade que, «reciben una atención médica muy buena. Puesto que algunos sufren problemas pulmonares debido al frío clima de su cuidad». Un tema que se cuestiona con estos programas de acogida (que a veces termina siendo una adopción), es cómo asumen los niños y niñas su vuelta a la vida en el orfanato, pero Chistova responde con argumentos: «Los infantes llegan a entender que existe el amor y lo que es una verdadera familia y así podrán aplicarlo ellos mismos cuando sean mayores. Luego siempre mantienen el contacto con las familias, se escriben cartas y hablan por teléfono con ellas. El castellano es el segundo idioma del orfanato», asegura.
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