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LAURA MOYÀ ¿Catalán o balear? ¿Cómo debe llamarse la lengua que se habla en las Islas? El debate, zanjado hace años, ha vuelto a la actualidad de la mano de Carlos Delgado, alcalde de Calvià, aspirante a presidir el PP y promotor de un manifiesto en defensa del balear. Un texto que catedráticos de la UIB como Joan Miralles rechazan sin ningún reparo: «La filología es una ciencia. Todo el mundo puede tener sus ideas, pero no se puede mentir en cuestiones que afectan a la lengua. Hay que tener una base para poder opinar».

Para Miralles, la polémica es «política y no lingüística». «Todas aquellas personas que se erigen en defensores de la lengua balear, con una actitud contraria al catalán, escriben y hablan en castellano». El filólogo se aferra a la historia para rebatir las tesis del manifiesto. «Cuando los romanos llegaron a las Islas, la lengua prelatina desapareció», recuerda. El latín vulgar, es decir, aquel que se hablaba en la calle, pasó a convertirse en el idioma oficial, quedando sólo algunos topónimos de la anterior etapa. Lo mismo pasó cuando empezó la época islámica: el árabe y el bereber se comieron el latín vulgar, que permaneció en algunos nombres o lugares.

«El catalán empieza a existir en la alta Edad Media. Era sólo oral, el idioma escrito seguía siendo el latín». Los primeros documentos con frases en catalán son los juramentos feudales del siglo XI, mientras que las Homilies d'Organyà son el primer texto íntegramente en catalán.

Sin embargo, ¿qué pasó en Mallorca? Cuando Jaume I conquistó las Islas, las repobló con ciudadanos de «lugares muy diversos», que «introdujeron el catalán». «Los esclavos fueron los únicos que continuaron hablando el árabe o el bereber».

El manifiesto cita varias gramáticas mallorquinas realizadas entre los años 1533 y 1840, entre ellas la de Pere Antoni Figueras, que, según el texto, demuestran que en las Islas no se hablaba catalán y sí balear. «Hay que contextualizar el momento en que se escribieron esas obras», afirma Miralles. La de Figueras (1840), por ejemplo, «se sitúa dentro de un contexto político dominado por la administración borbónica, claramente contraria al catalán». En palabras del catedrático de filología catalana, en aquella época se pusieron en marcha «prohibiciones encaminadas a que el catalán desapareciera del ámbito escrito y administrativo». «El catalán era un estorbo». Hasta la Iglesia estaba en su contra, «imponiendo el castellano en los libros sacramentales». ¿De qué ámbito no desaparece esta lengua? «Del notarial». ¿Cuál fue la consecuencia de esta política? «La dialectalización».

Paralelamente, a medida que la administración olvidaba el catalán, «su uso aumentaba en el ámbito literario». «El Estado reprimía y la sociedad civil se defendía». Aún así, ¿la gramática de Figueras puede considerarse la base para afirmar que en Mallorca se habla el balear porque no procede del catalán? «Es un texto que recoge el idioma que se usaba aquí sin ningún ánimo secesionista. Todo el mundo aceptada que, en las Islas, se hablaba catalán». ¿Existen hoy vestigios catalanes en Balears? «Por supuesto. En la gastronomía, en los apellidos (muchos provienen de lugares de procedencia catalanes) e, incluso, en la arquitectura. El gótico catalán está documentado por primera vez en Tarragona en el siglo XV. Un siglo después, llegó a Sóller». Mención aparte merecen los topónimos, «muy abundantes en las Islas».