Pues sí. Hay crisis en la playa. ¡Ojo! que no es algo que acabamos de descubrir. Que eso, que la crisis está en todas partes, es algo que sabe todo el mundo, incluso el Gobierno. Lo que hemos hecho ha sido corroborarlo.
P. Prieto
En realidad íbamos a ses Covetes a intentar una entrevista con la ministra del bikini, Magdalena Àlvarez, pero no fue posible. Salió del agua nada más vernos -lucía bikini rojo- refugiándose en la finca, mientras que sus amigos cerraban filas en torno a ella. Así que nos dedicamos a encuestar a la gente que había en la playa sobre la crisis que estamos padeciendo y que también se deja notar sobre la arena. La prueba más evidente de que es así es que muchos, desde luego más que en veranos anteriores, se llevan a la playa la nevera cargada de bocadillos, y bebidas, o sino echan mano de la fiambrera, como el matrimonio que con sus hijos disfruta de las vacaciones. «Todo lo que ven sobre la mesa -filetes empanados, patatas con pimientos bebidas- no cuesta ni 20 euros, que en el chiringuito no dan para nada. Encima nos traemos las sillas y las sombrillas, con lo que economizamos los 12 euros que es lo que cuesta la sombrilla con dos hamacas. Lo que sí tenemos que pagar son los 5, 5 euros de párking».
Coinciden en esa opinión casi todos con los que hablamos. Como la familia Mora, dos matrimonios con sus hijos que tiran de sombrilla y nevera, porque si te acercas a un restaurante, como hicimos mi mujer y yo, con nuestros dos hijos, y pides una picada, una paella y helados, no bajas de los cien euros». Agustín y su pareja, Amparo y los hermanos José y Ana, que están almorzando a base de bocadillos, consideran que «dados los precios de los restaurantes, de cinco días, cuatro comemos de bocadillos y bebemos agua».
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