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Ha llegado el tiempo de trillar. Después de más de 50 años sin usar este método, Miguel Sureda cree que volver al pasado es el futuro. Sin motores, sin combustible, los más ancianos transmiten sus conocimientos para que no desaparezca una sabiduría milenaria. Sembrar, cosechar, una labor que hemos mostrado en Ultima Hora y que hoy prosigue con la trilla. «De aquí sale tu pan», dice Miquel mientras trilla, «quisiera recoger todo el conocimiento de mis mayores y dárselo a los jóvenes, para que entiendan que es más fácil, más barato y más natural». Con la ayuda de amigos y familiares y después de sembrar y cosechar con los métodos más antiguos, los Sureda de Manacor han recuperado para trillar la perxa. Una era que no se usaba desde mitad del siglo pasado. Pedro Obrador la diseñó y fabricó según lo que él mismo recuerda y con las lógicas mejoras que se le ocurrieron. Los caballos se atan para poder girar en círculos, dirigidos por el amo que con una vara de mando les obliga a andar, sin pasar por el mismo sitio en cada vuelta, para que los 'carretons' que arrastran, uno por animal, aplasten la paja, el grano se vaya hacia abajo y los brotes queden tiernos, para que en el invierno sean el alimento del ganado.

Catalina Pons y Francisca Sureda trabajan a la par de los hombres. «Antes existía la 'pretenssió', que era un juego para ver quién hacía mejor su trabajo, quién sembraba en líneas más rectas, era hacer el trabajo como tocaba, era amar la tierra».

Una vez separados la paja y el grano y según de dónde venga el viento («hoy sopla Xaloc, sentencia Toni»), las forcas se levantan lo más alto posible y vuela la paja. El grano queda en la era. En 10.000 años de evolución, se había llegado a sembrar con herramientas, mejorando año tras año, pero las trilladoras y los tractores, según Sureda y José Àngel García, su ayudante, le quitaron libertad a los agricultores.

Ahora se puede volver atrás sin que esto sea decadencia, lo que queremos es demostrar que podemos cosechar más y mejor que con motores y gasóleo. «Diez garbas, un cabeón, y este año, más sacos de grano que jamás se hayan visto en esta comarca».

Óscar Pipkin