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Cazadores; preparados, apunten, ¡fuego!» Más que oír, intuyo las órdenes que grita nuestro sargento, porque entre los cañones de la izquierda y los mosquetes de la derecha estoy medio sordo. «Cazadores; calen bayoneta, de frente, ¡marchen!». Junto con el resto de la línea avanzo contra la columna francesa que carga contra nosotros, cada vez más cerca. Por la derecha veo una columna de caballería que maniobra también para cargar, pero no sé si es nuestra o enemigaÂ… Por suerte para mí y para todos no se trata de una batalla de verdad sino la recreación de la de Bailén, allí mismo pero 200 años antes. Y los combatientes somos todos amigos, independientemente del bando en el que ahora figuremos, unidos por nuestra pasión por la historia. Una movida que reunió en un pueblo de 19.000 habitantes volcados en la celebración, a más de 800 recreadores, unos 40 caballos y una docena de cañones de época, y cuyas evoluciones (siempre fieles al guión histórico) están viendo más de 20.000 espectadores
Entre estos 800 (muchos para España, pero pocos en otros países: en la recreación de Gettysburg se reunieron más de 14.000) formamos cinco mallorquines, nada menos que el Regimiento de Cazadores de Mallorca, una de las unidades más singulares de la ya singular División Mallorquina, que nuestra asociación recrea. Es nuestro bautismo de fuego (sólo Juan, el capitán o sargento "depende de la formación- tiene ya experiencia de combate) y tampoco contamos todos con el uniforme verde (igual al del 95th Rifles Reg. inglés) que nos valiera el mote de «negrets», pero aún formando con el pomposamente denominado uniforme de instrucción y con parte de los fusiles prestados, no lo hacemos tan mal. Nos hace falta instrucción, experiencia y equipo pero la respuesta de la gente al ver nuestro banderín (hecho a mano alzada por Luis, un artista que forma ahora a mi derecha) es de lo más reconfortante: ya no me sorprende oír, mientras desfilamos, un «Visca Mallorca» entre el público, seguido inmediatamente por nuestro «visca» y una salva de aplausos.

Ha sido una experiencia muy intensa y, en cierto modo, paradójica. De la extrema camaradería con todos los recreadores (abundan las familias completas), independientemente de su Unidad y nacionalidad, y del excelente trato recibido del pueblo de Bailén, al fragor de los combates en las calles o en campo abierto, al ruido y humo del fuego de fusiles y cañones, a la tensión de ver avanzar a la caballería hacia uno, o lo seca que tienes la boca cuando cargas a la bayoneta contra otra unidad que hace exactamente lo mismo
Todos somos amigos y la recreación es una diversión muy seria, de modo que no hay peligro real, pero ahora comprendo mucho mejor lo que tanta veces leí en los libros de historia. Y lo que no leí: lo que sentía un soldado Terminada la batalla, desfilan los franceses ante nosotros. Les presentamos armas y me estremezco al pensar en cuántos de estos franceses, 200 años atrás, terminarían sufriendo y muriendo en Cabrera. Invasores o no, saqueadores o no, pero soldados como nosotros.

Al regresar a Palma todos coincidimos en que la experiencia ha valido la pena. Hay que mejorar mucho (el nivel general es alto, y el de algunos, altísimo) pero lo podemos hacer. En la Coruña, el año que viene, ya tendremos todos nuestros uniformes y equipo; con suerte también somos más. Y la recreación de Castalla será nuestra puesta de largo: en esa batalla, en 1813, la División Mallorquina y nuestro regimiento se distinguieron hasta el punto de hacerse acreedores de una medalla especial y única. Nosotros no lucharemos por esa medalla, sino por merecer el respeto de nuestros retatarabuelos que sí la ganaron.

Antonio Suau Forés