Embarcados como estamos en una crisis a la que ya pocos calificativos más pueden adjudicársele, parece que para los consumidores se vislumbran algunos destellos positivos. No son gran cosa, pero sin duda aliviarán una pequeña parte de la presión que todos sentimos por la situación económica.
El precio del petróleo no deja de bajar, lo que repercute, aunque con retraso, en el coste que para todos nosotros supone la gasolina. A rebufo de este continuo descenso del precio del crudo, algunas compañías aéreas, como Spanair, ya han anunciado una rebaja en las tasas que cobran por este concepto cada vez que venden un billete.
La inflación empieza a ceder. Sabemos que no es porque la conyuntura económica mejore, todo lo contrario, pero siempre se acoge con satisfacción el hecho de que bajen los precios. O cuando menos, que no suban tanto. A las puertas de unas fechas "las Navidades" de grandes desembolsos, bueno es saber que los precios no nos castigarán tan duramente como en los últimos meses.
Y todo ello da pie al Banco Central Europeo a seguir bajando los tipos de interés oficiales que se marcan en Bruselas. Los expertos esperan para diciembre una nueva rebaja, aunque nadie se atreve a pronosticar en qué cuantía. De cualquier forma, aplaudiremos la decisión, porque en unas semanas podremos ver cómo el Euríbor, que llevaba meses dándonos un susto detrás de otro, empieza a ceder posiciones para situarse, lentamente, con cuentagotas, en límites mucho más razonables. Quienes suscribieron una hipoteca recientemente notarán cómo la revisión les da un ligero respiro. Son gotas en un océano de temor, porque en contrapartida el paro no deja de subir, con todo lo que eso conlleva.
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