Unos doscientos alumnos de fuera de España estudian en la UIB gracias a distintos programas de intercambio. Hemos querido reunir a un pequeño grupo heterogéneo para que expliquen cómo ha sido su experiencia casi tres meses después de su llegada.
Desde Brasil hasta Eslovenia, las experiencias de seis estudiantes son muy parecidas y a la vez muy distintas. Especialmente en función de su país de origen. Thais Robbi es una brasileña de 24 años que estudia Administración y Dirección de Empresas; para ella el cambio es evidente pues vive en Sao Paolo y explica que en su ciudad «hay cosas como la seguridad o el transporte público que no funcionan como aquí». En cambio, Chiara (Italiana que estudia Historia del Arte), para Kristina (Sueca que estudia Derecho) o para Carmen (Alemana que estudia Filología) coinciden en que los medios de transporte, especialmente el autobús, «podrían ser algo más puntuales, tener más frecuencias o incluso haber más de noche».
Por su parte, Kendra (Estudiante de Biología, nacida en Minnesota) piensa que los medios de transporte son buenos, al igual que su compañero Miha (Esloveno, estudiante de Turismo).
Todos coinciden en lo fructífera que fue la primera semana que pasaron en Mallorca, ya que la UIB les organizó una serie de actividades conjuntas con tal de que se conocieran un poco la Isla y entre sí, «algo que no sucede en universidades de Madrid o Barcelona».
Luego tuvieron que encontrar un piso donde vivir, y para algunos no fue fácil. Chiara recuerda que, debido a que ella estará un total de seis meses en Mallorca, tuvo problemas: «No me querían en ningún piso porque me decían que buscaban gente para todo el curso. Estuve diez días bajo mucha presión, pero al final encontré uno», recuerda.
El idioma era una barrera inicial para algunos de estos seis estudiantes, pero a medida que han ido asistiendo a cursos de castellano y de catalán y se han ido deshaciendo de la vergüenza que supone hablar en otra lengua se han adaptado perfectamente. Tanto que la conversación que mantuvieron con este diario fue totalmente en castellano.
«Venimos para estudiar, pero hemos conocido un nuevo país, una nueva cultura y gente de otras nacionalidades», así resumen todos su experiencia en esta aventura de vivir fuera de sus países durante unos meses. «Al principio me parecía que la gente era muy cerrada», afirmaba Kendra en comparación con los habitantes de Minnesota.
Ahora aseguran que la gente es muy abierta, «pese a lo que digan de los mallorquines». Carmen razona que «tienes que tener claro que tú eres el de fuera y que la gente tiene su propia vida».
Como dice Carmen, «no todo Mallorca es como El Arenal en verano» y el grupo está encantado con la Isla.
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