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JOSEP M. AGUILÓ / LAURA MOYÀ La regidora de Igualtat i Drets Cívics, la socialista Cristina Ferrer, y la regidora de Cultura, Nanda Ramon, del Bloc, anunciaron ayer la creación del 'Premi Emili Darder a la convivència i el civisme', coincidiendo con el 72 aniversario del fusilamiento, por parte de las fuerzas sublevadas contra la Segunda República, de quien fue el último alcalde republicano de Palma. El 24 de febrero de 1937 también fueron fusilados Alexandre Jaume, Antoni Maria Ques y Antoni Mateu.

El citado premio, que estará dotado con 6.000 euros y tendrá carácter anual, está dirigido a personas y entidades que hayan realizado acciones y proyectos para la mejora y la promoción de la convivencia y el diálogo entre colectivos y personas, la prevención y la erradicación de cualquier tipo de violencia y la defensa de los derechos cívicos.

El reconocimiento será concedido por la Junta de Govern a propuesta del jurado que habrá sido designado previamente. Este año, el premio será concedido en abril, si bien a partir del próximo año será entregado a finales de febrero.

Por otra parte, el Castell de Bellver acogió ayer noche un homenaje a Emili Darder y a los regidores que compartieron con el alcalde la responsabilidad del gobierno municipal y que tuvieron que exiliarse tras la victoria del llamado bando nacional en 1939. Durante el acto, Nanda Ramon recordó que, en Mallorca, el exilio había sido «un fenómeno limitado y poco homogéneo». «No hubo un desplazamiento masivo, sólo pudieron dejar el país los que no se encontraban en la Isla».

El evento sirvió para recordar a Bernat Jofre, Josep Tomàs Renteria, Francesc de Sales Aguiló, Ignasi Ferretjans y Miquel Navarro, los cinco regidores (algunos incluso fueron alcaldes de Palma) que abandonaron el país cuando Franco venció. Sólo Miquel Navarro murió en Palma. Los otros cuatro, fallecieron antes de poder regresar a la Isla. De ahí que los familiares de los homenajeados quisieran remarcar la necesidad de impedir que sus figuras queden en el olvido. Bernat Jofre Bonet recogió su sentimiento: «Ser valiente cuesta. Mi abuelo, Bernat Jofre, fue uno de los valientes porque tuvo que enfrentarse a su propia clase social. Y no sólo fue represaliado, también sufrió el olvido».