El cortejo fúnebre desfiló por las calles de Pórtol presidido por el clero y el alcalde de la localidad, seguidos de numerosos vecinos vestidos de riguroso luto. Foto: MIQUEL A. CAÑELLAS

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El Carnaval se despidió ayer en muchos pueblos de Mallorca con el tradicional entierro de la sardina.

En el núcleo marratxiner de Pòrtol los preparativos empezaron muy temprano en la cochera de la presidenta del Club de la Tercera edad, Francisca Rigo, donde un equipo se las veían limpiando, enhariando y friendo nada más y nada menos que 120 kilos de sardina fresca para consumir en la cena concluido el entierro para unas mil personas.

Por la tarde, poco antes de las seis de la tarde, se concentraron en el club muchos socios, vestidos de riguroso luto, y las autoridades, encabezadas por el alcade, José Ramón Bauzá. Todos con semblantes muy serios y llorosos emprendieron el cortejo fúnebre por las calles de Pòrtol encabezado por la banda de música, el pendón, la sardina portada a hombros, sin que faltara el clero y los monaguillos. El cortejo, que acabó en la plaza Can Flor asistió al entierro y quema de la sardina en un fogueró dispuesto para tal fin, entre penas y aspavientos. Luego vino la cena, a base de sardinas, coca mallorquina y coca dulce ofrecida por el Ajuntament.